Carlos Tomás Arán, con polo a rayas, durante el juicio en la Audiencia. | Alejandro Sepúlveda

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El cabecilla de la banda de paramilitares que asaltó chalets de Mallorca entre 2011 y 2013 ha sido trasladado a la cárcel de Topas, en Salamanca. Carlos Tomás Arán fue condenado en la Audiencia Provincial de Palma a 143 años de prisión.

El cerebro de la banda reconoció los robos a punta de fusil. Asumió una condena récord en la Isla. Se le atribuyen un rosario de delitos: Organización criminal, nueve robos con violencia en casa habitada, 15 detenciones ilegales, tres delitos de lesiones y depósito de armas de guerra. Cumplirá, por ley, 21 años de cárcel. El triple de la mayor pena impuesta.

El jefe de los paramilitares estaba hasta hace poco en el office del módulo 2 del centro penitenciario de Palma. Era el cabo, el preso de confianza que llevaba el módulo. Su función era repartir comida entre el resto de reclusos. Era un tipo respetado, según algunas fuentes. Carlos Tomás había protagonizado varias peleas en los últimos meses. Este ha sido, quizás, uno de los motivos de su traslado al penal de Salamanca. El cabecilla de la red criminal alardeó en su juicio de su coeficiente intelectual. Dijo que estudiaba dos carreras «para pasar el rato» y que tenía facilidad para sacar información de sus víctimas.

La ‘operación Kraken' de la Guardia Civil de Llucmajor desarticuló la banda organizada. Carlos Tomas y los suyos cayeron. Fueron condenados a penas que suman más de 300 años de cárcel.