La pesadilla de Jéssica Díaz empezó a finales de junio de 2016, cuando se le ocurrió hacerse una operación de cirugía estética para aumentarse el pecho en una clínica de Palma. | Ultima Hora (Youtube)

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Ha estado un año con los brazos cruzados. Protegiendo sus pechos. La pesadilla de Jéssica Díaz empezó a finales de junio de 2016. Cuando se le ocurrió hacerse una operación de cirugía estética para aumentarse el pecho en una clínica de Palma.

La mujer recuerda con exactitud los días negros. Las fechas de las intervenciones de quien se presentaba como un prestigioso cirujano plástico italiano. «Me operó el 21 de junio y tres meses después me salió un bulto debajo del pecho». Era un seroma.

En octubre de aquel año, al abrir una puerta de emergencia en su trabajo notó una molestia. Ingresó en la clínica para operarle del seroma y vieron que tenía una prótesis rota. El médico le quitó la prótesis y le implantó otra. Segunda operación. La herida de debajo de la aureola no se llegó a cerrar. Un mes y medio después le quitaron de nuevo la prótesis. Tercera intervención. «Me dejaron con una puesta y otra quitada».

Agujero

El doctor le dijo que tendría que permanecer así entre seis meses y un año. Más tarde le comentó que su relación con la clínica acababa y le operó el 27 de marzo de 2017. Una reconstrucción mamaria en ambos pechos. La cuarta vez que pasó por el quirófano. «Me puso la prótesis que me faltaba y se me abrió un agujero en el pecho izquierdo». En junio, el cirujano le propuso cerrarle el agujero. «Estéticamente me dijo que estaba bien, que era normal».

Ella le respondió que no le volvería a tocar nunca más. Tenía un pecho caído. «Él decía que era un problema psicológico mío». Ahora, asistida por el abogado Eduardo Luna, se ha querellado contra el cirujano por un presunto delito de lesiones.

El médico de cabecera de la mujer le derivó a la Seguridad Social. «Cirugía plástica de Son Espases se hizo cargo de mí. Al ver cómo estaba el pecho, el doctor Rovira de Alós decidió que la mejor opción era quitar ambas prótesis». El 4 de agosto le retiraron los dos implantes.

«El cirujano se rió de mí. Todo salió mal», lamenta Jéssica. «No solo es el daño físico, porque estoy llena de cicatrices con el pecho deformado. Son las mentiras durante un año, el depositar tu confianza en una persona que incluso decía que era amigo mío y que lo iba a solucionar. Me ha destrozado la vida», añade la perjudicada, que es madre de cuatro hijos y lleva dos años de baja laboral.

La mujer explica que al menos hay siete u ocho víctimas de este cirujano. Este periódico ha podido saber que todas tienen un acuerdo de confidencialidad con la clínica para que no denuncien.