El acusado en un momento del juicio. | Guillermo Esteban

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La Audiencia de Palma ha condenado a nueve años de cárcel a un hombre que agredió a otro con una jarra de cerveza y días más tarde intentó matarlo con una escopeta en un bar de Peguera. El tribunal considera probado que José R., de 50 años, coincidió con la víctima en un restaurante de la localidad el 21 de mayo de 2017.

El perjudicado quería fumarse un porro y el acusado le recriminó su actitud advirtiéndole que no quería que lo hiciera en el establecimiento. El afectado le pidió que se calmase y José R. le agredió por detrás con una jarra de cerveza. Dos meses después, el 16 de julio sobre las cinco de la tarde, se encontraron de nuevo en la terraza de otro bar del municipio.

José R. se acercó a la víctima y empuñó una navaja de nueve centímetros. Empezó a lanzar puñaladas al otro hombre a la altura del tórax y abdomen «con intención de causarle la muerte». El denunciante se defendió con una silla y evitó que le alcanzara con la navaja.

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El agresor, increpado por el resto de clientes, abandonó el lugar para dirigirse a su domicilio, donde cogió una escopeta de dos cañones. El arma estaba cargada con dos cartuchos. José R. guardó otros cuatro cartuchos en el bolsillo y regresó al bar con la escopeta oculta en una bolsa. En el establecimiento, apuntó hacia el lugar donde estaba la víctima. «Le buscó para dispararle con intención de acabar con su vida», señalan las juezas en su resolución. Un cliente del local se abalanzó por detrás del procesado y el arma se disparó tras el forcejeo. Los perdigones alcanzaron a dos clientas que estaban en el bar.

El agresor fue reducido por un cliente con ayuda de la víctima y de los policías locales que acudieron al lugar. El acusado, que no tenía licencia de armas, dijo a los agentes: «Ojalá lo hubiese matado».

El tribunal de la Sección Primera impone al acusado dos años de cárcel por un delito de lesiones con instrumento peligroso; cinco por homicidio en grado de tentativa y dos por tenencia ilícita de armas. «Su intención iba mucho más allá de simplemente intimidar. Tanto la navaja de nueve centímetros como la escopeta son instrumentos que pueden causar la muerte», concluyen las juezas. La Sala no alberga duda de que José R. tuvo «ánimo de matar».