El abogado de la familia de Gabriel Cruz, Francisco Torres, a la salida de los juzgados de Almería. | Carlos Barba

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El niño Gabriel Cruz murió entre una y dos horas después de la «última ingesta de alimento sólido» al sufrir una «anoxia anóxica» tras una «asfixia mecánica por sofocación manual», en concreto una «oclusión extrínseca de los orificios respiratorios, fosas nasales y boca.

Así consta en el sumario de la causa seguida contra la que era pareja del padre del menor, Ana Julia Quezada, investigada como presunta autora de los delitos de asesinato, detención ilegal y contra la integridad moral por la muerte del pequeño en una casa paterna de éste en Rodalquilar, en Níjar (Almería).

El estudio criminalístico, según recoge el sumario, al que ha tenido acceso Efe, señala que la muerte del niño se produjo entre las 15:30 y las 16:30 horas del 27 de febrero del 2018, poco después de que supuestamente se produjese su desaparición en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar. «Los alimentos encontrados se tratan de macarrones, tomate, cebolla y fibras musculares compatibles con carne, pescado o algún tipo de embutido», indican los forenses.
Asimismo, apunta que los análisis de los cabellos de Gabriel «ponen de manifiesto que no ha habido exposición a cocaína, heroína, cannabis, metadona ni anfetaminas durante el periodo de doce meses anteriores a la toma de la muestra».

«En caso de que hubiera alguna exposición, las concentraciones medias de los distintos compuestos se encuentran por debajo del límite de cuantificación de nuestro método», apostillan.
Lo mismo ocurre con los análisis de sangre y orina.

Los forenses indican que la oclusión extrínseca de los orificios respiratorios se produce de forma accidental con mayor frecuencia y mucho menos en casos «de etiología homicida», añadiendo que en estos últimos existe por lo general una «gran desproporción de fuerzas».

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También destacan que en el cadáver del niño eran «muy llamativos los signos generales de asfixia».
En otro de los informes incluidos en el sumario se relata lo ocurrido tras la detención en Vícar (Almería) de Ana Julia Quezada, que tuvo lugar sobre las 12:40 hora del 13 de marzo del 2018.

Apenas veinte minutos después el secretario judicial de guardia recibía por teléfono la noticia de que había sido hallado el cadáver de Gabriel en el maletero del vehículo de la investigada, que fue trasladado a la Comandancia de Almería sin manipular.

Una vez en dependencias de la Guardia Civil y ante la comisión judicial y el Ministerio Fiscal, fue cuando se produjo finalmente el levantamiento del cadáver, que estaba «completamente cubierto de pequeñas piedras y tierra arcillosa».

Al finalizar su investigación, el instituto armado ya informó de que el niño había permanecido desde su muerte enterrado junto a un pozo en una finca del padre en Rodalquilar, de donde presuntamente lo extrajo la ahora detenida para trasladarlo a otro lugar el día de su arresto.

En el sumario también consta una carta escrita de puño y letra por Quezada y dirigida a Ángel Cruz, progenitor del menor, en la que pide perdón «de todo corazón» y en la que dice «lamentar» todo el daño que le ha hecho a él y a la madre de Gabriel, Patricia Ramírez.