El chófer Xisco Serra ha perdido todos los puntos del carnet por no llevar cinturón. | Javier Jiménez

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Xisco Serra es un vecino de Inca de 47 años que trabaja como chófer en una empresa dedicada al reciclaje. Hace un tiempo sufrió un gravísimo accidente de tráfico que le dejó secuelas y un 33 % de minusvalía, por lo que considera que ponerse el cinturón de seguridad puede ser fatal para él, ya que tiene una vértebra rota y otra movida, además de una placa de titanio en el cuello.

Por ello, se niega a llevar el cinturón de seguridad cuando conduce su camión: «Prefiero morir a quedar paralítico y ser una carga para mi madre. Estoy en mi derecho de no ponerme el cinturón, porque yo soy responsable de mi vida y de poder decidir sobre ella según uno de los 30 derechos humanos firmado en 1948 por la Comunidad Europea».

El problema es que la Guardia Civil y las distintas policías locales con las que se topa han de cumplir con su trabajo y en los últimos años lo han frito a multas y sanciones. Tantas, que ya no tiene puntos en el carnet y ha tenido que contratar a un conductor profesional para que se ponga al volante del vehículo, con él de copiloto dando las instrucciones. «Cuando los agentes me paran y les digo que prefiero irme de este mundo antes de quedar impedido, se quedan extrañados. Ellos hacen su trabajo: tienen que multarme y lo entiendo. Pero me gustaría que alguien me entendiera a mí», explica. En una ocasión, recuerda, un municipal lo paró en su ciudad. «Me dijo que me pusiera el cinturón y yo, que nunca digo mentiras porque se lo prometí a mi madre, le contesté: Si me lo pongo, me lo quitaré al girar al esquina y será como si me cachondeara de usted faltándole el respecto hacia el uniforme que lleva y hacia su propia persona. ¿Es esto lo que usted quiere? Lógicamente, me multó».

Ahora, la situación de Xisco es complicada. Al no tener puntos y no poder conducir, tiene que pagarse de su bolsillo a otro chófer, y debe acudir a una escuela 36 horas para un programa de reeducación vial, además de volverse a examinar del carnet. Pero por convicción sigue empeñado en que él no se pone el cinturón de seguridad, aunque vaya de copiloto en el camión de reciclaje: «En mi estado, cualquier pequeño accidente supondría que el cinturón me pudiera causar más daños que a otra persona, por las secuelas que tuve. Eso es una realidad. Y no quiero esclavizar a mi madre, ni a otra persona que me tenga que cuidar los años que le quedan».

Mientras tanto, Xisco sigue saludando a todos los policías y guardias civiles que le paran: «Lo cortés no quita lo valiente». Aunque tras el saludo suele llegar lo habitual: la multa.