El acusado, este lunes, durante el juicio que se celebra en Palma. | Guillermo Esteban

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Eran las 10 de la noche del 2 de marzo de 2018. Estaba lloviendo en Palma. El acusado fue a recoger a su mujer al trabajo para solucionar «problemas» de matrimonio. Al llegar al puente que cruza la vía de cintura, próximo al polideportivo de Son Moix, el hombre admitió que propinó un empujón por el cuello a su pareja. «Yo en ningún momento quería matar a mi mujer, es la madre de mis hijos. No tengo antecedentes en mi país ni aquí. Tengo niñas que necesitan de mí y les he causado daño».

El hombre, de nacionalidad paraguaya, insiste este lunes en la Audiencia Provincial que no quería lanzar a su esposa, del mismo origen, por el puente. «En ningún momento pasó por mi mente matar a mi mujer, es la madre de mis hijas. Me dijo que se quería suicidar y yo la saqué de la barrera metálica».

El enjuiciado ha reconocido que carecen de papeles y que tienen miedo de que les deporten a su país. Una señora, también paraguaya, le llamó y le comentó que su mujer mantenía una relación extramatrimonial con su marido. «Yo quería saber si era verdad». El acusado explicó que llevan 20 años de casados y que nunca ha maltratado a su mujer. Yo le pregunté que por qué había sido infiel.

Una vez en el domicilio, el hombre ha confesado que empujó a su cuñada y la expulsó del piso. «Era un problema mío y de mi esposa». El agresor ha manifestado que no suele tomar alcohol y aquella noche bebió tres latas de cerveza. «El alcohol me altera. Soy evangelista, estuve arrodillado antes de ir a hablar con mi mujer. Ese día me descontrolé. Nunca he maltratado a mi pareja ni a mis hijas».

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La presunta víctima relató que su marido la llamó cuando estaba trabajando y le recriminó que le era infiel. «Una zorra, una puta, mala madre. Me dijo que iba a acabar conmigo. En muchas ocasiones me había asegurado que me iba a matar, pero esa vez pensé que sería capaz de hacerlo. También me comentó que le agradeciera que no cogiera un cuchillo y me partiera».

El hombre, según la versión de la mujer, le esperaba al otro lado de la calle al salir del trabajo y le dio una bofetada «sin pedir explicaciones ni nada». «Me gritaba y me decía que yo no valía nada. Me insultaba en guaraní y la gente no se daba cuenta de lo que pasaba. Íbamos caminando y me golpeaba en la frente. Recuerdo que me quitó el móvil y me lo tiró al suelo». Al llegar al puente, la denunciante relató que le cogió de la pechera y le empujó contra la barrera. «Llevaba esta misma chaqueta», ha apuntado la mujer mientras enseñaba al tribunal de la Sección Segunda un abrigo negro largo con capucha.

«Me golpeé a la altura de la cadera. Me levanté cojeando y él me gritó diciéndome de todo. Me cogió por la chaqueta y me dijo que me tiraría a la autopista, por donde pasaban los coches, o que nos tiraríamos los dos. Afirmó que le daba igual todo y que no tenía nada que perder». De camino a su domicilio, junto a la policlínica Miramar, la agarró del cuello y la intentó asfixiar. «Seguía gritándome diciéndome que yo era de todo», señala la perjudicada.

La denunciante ha recordado varios episodios de malos tratos de su marido, con quien tiene cuatro hijas en común. «En Paraguay me tiró un plato de comida a la cara. No denuncié por miedo, no hay justicia allí y si lo dejan en libertad, al día siguiente sale y me mata». En Mallorca también me dijo una vez que clavó un gran cuchillo en el colchón para no apuñalarme a mí. Siempre hace algo para herirme, siempre hay algo. Aquí no denuncié porque no tenía papeles, no quería que me deportaran a mi país».

La Fiscalía solicita una condena de 13 años de cárcel para el acusado por delitos de tentativa de homicidio, amenazas y malos tratos habituales. El juicio se está celebrando ahora en la Audiencia Provincial de Palma.