El comisario Antoni Morey en el Paseo Mallorca de Palma, durante la entrevista con Ultima Hora. | Javier Jiménez

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Después de tres años de silencio, el comisario Antoni Morey -exjefe de la Policía Local de Palma- ha concedido una entrevista exclusiva a Ultima Hora en la que sostiene, entre otras cuestiones, que la cúpula del cuartel de San Fernando fue descabezada «por motivos políticos» y califica la investigación del juez Penalva y el fiscal Subirán de «judictadura».

Esta semana el juez Florit ha levantado las medidas cautelares que le impedían acercarse al cuartel. ¿Cómo se encuentra?

—Estoy muy sereno. Es algo que esperaba desde hace tiempo, aunque ha sido un proceso largo y duro. Mi travesía del desierto empezó en febrero de 2016, cuando me depuraron.

Si ahora regresa a la Policía Local se puede plantear un problema: usted es el comisario más antiguo. ¿Debería ser el jefe otra vez?

—El comisario Mut y yo seríamos los de mayor graduación, pero parece que Mut se quiere jubilar. Pero le aseguro que no contemplo volver a ser jefe con todo lo que ha pasado. Ya lo fui una vez. Y en las condiciones en las que lo sería ahora no es viable.

¿Tiene alguna teoría sobre su caída?

—Tengo claro que motivos políticos descabezaron la cúpula de la Policía Local de Palma. Y eso que yo nunca estuve afiliado a ningún partido, ni me signifiqué políticamente. Nunca he mostrado simpatías a partidos políticos.

¿Entonces?

—A mí algún día me tendrán que explicar cuál es mi culpa por haber sido depurado de esa manera. Tengo una teoría. Varias personas me han hablado de una lista negra cuando entró esta señora (la regidora Angélica Pastor). ¿Quién facilitó esta lista? Dicen que gente de San Fernando. Y se depuró esta lista. Esto es una realidad. O quizás es que mi plaza como comisario dificultaba una línea que se quería seguir.

Muchos policías le siguen considerando su jefe.

—Con esta crisis que he vivido una de las partes positivas es que la gente ha valorado el paso adelante que di, para denunciar que se estaban haciendo las cosas mal y que había injusticias judiciales y administrativas contra muchos compañeros del cuartel.

Dicen que si hubiera ahora una votación usted saldría elegido como jefe.

—Creo que sí. Estoy seguro que me sentiría respaldado por muchos compañeros. Pero como ya le he dicho, eso no ocurrirá.

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¿Cómo fue su cese en febrero de 2016?

—Vino un notificador del Ajuntament al despacho. Pensé que era como cuando Franco enviaba un motorista a un ministro para decirle que estaba destituido.

¿Cómo ve la instrucción del ‘caso Cursach' y de la corrupción policial?

—Se ha hecho una causa general contra la Policía Local. De cosas, en ocasiones, de hace treinta años. Temas que estarían prescritos. Y todo por episodios demenciales denunciados por testigos de escasísima reputación.

¿Se refiere a la madame o ‘El Ico'?

—Claro. Opino como todo el mundo. ¿Cómo es posible que un personaje como ‘El Ico' tenga la más mínima credibilidad? He tenido una gran suerte que la madame no me acusara, como sí ha hecho con muchos compañeros. Estoy seguro que todo lo que cuenta es mentira, pero he tenido la suerte de que esa señora se haya olvidado de mí.

¿Cómo se lleva un cese tan traumático y una imputación tan larga a nivel familiar?

—Lo más difícil es explicarles las cosas a gente mayor, como mi madre. No entienden de Derecho, pero confían en mí. Confían en que al final la verdad prevalecerá.

¿El daño en el cuartel es irreparable?

—Espero que no, pero hay policías que nunca lo superarán. Ya no volverán a ser los mismos nunca. La confianza entre policías se ha roto. Hay miedo.

Se le ve muy entero.

—Ha sido duro, pero he aprendido mucho. Quiero dar las gracias a mi abogado Pep Zaforteza, a mi psiquiatra y a la asociación Java, que unifica a muchos policías locales afectados.

Usted ha sido muy crítico con el juez Penalva y el fiscal Subirán.

—Es una «judictadura». No es un Estado de Derecho. Que pase esto en Zambia aún, pero aquí... Tiene que haber un control porque un juez se puede volver loco o tener intereses.