TW
0

La Fiscalía ha mantenido este viernes su petición de 21 años de prisión a un hombre acusado de malos tratos continuados a su exmujer e hijos y le acusa de haber cometido «terrorismo íntimo», aquel que, tal como ha especificado, «ocurre de puertas para dentro y que no se deja trascender hacia afuera».

En la última sesión de este juicio, que se ha celebrado durante toda la semana en la Audiencia Provincial de Baleares, la representante del Ministerio Fiscal ha elevado sus conclusiones a definitivas y ha explicado que, en su opinión, las víctimas han sufrido «una situación de dominación» en un «ambiente hostil y terrorífico».

La Fiscalía considera que los hechos se produjeron al menos entre 2003 y 2017. En este sentido, la exmujer del acusado relató durante su declaración que la primera agresión habría tenido lugar cuando estaba embarazada de su hijo pequeño. Según indicó, le clavó una percha en la pierna.

El abogado de la familia, Salvador Perera, se ha expresado en un sentido similar y también ha elevado sus conclusiones a definitivas. Le pide 26 años de cárcel.

Durante la presentación de su informe final, ha destacado que la familia «ha sufrido más de 20 años de miedo y angustia». «Los hijos no han conocido nada más», ha lamentado para luego destacar la figura de su madre, «una mujer luchadora que ha intentado sacarles hacia adelante» y censurar también que «les han robado parte de su vida».

Para fijar su posición, también ha recordado las conclusiones de la psicóloga que llevó el caso desde que se interpuso la denuncia. Esta dijo que le resultaba «imposible» que las víctimas hubieran mantenido «una simulación tan prolongada en el tiempo».

Sin embargo, la abogada del acusado, que tiene 50 años, ha pedido la absolución porque considera que «no hay prueba de cargo» y ha sacado a colación una denuncia anterior que presentó la exmujer de su cliente. En esta, acusaba a un vecino por haberle agredido y haberla amenazado de muerte. Según ha dicho, esta denuncia acabó archivada.

«En la causa que nos ocupa se denuncian hechos similares, todos cometidos en la más estricta intimidad, donde no hay testigos que puedan corroborarlos», ha dicho para luego añadir que da por acreditado que la víctima «tiende a agrandar los problemas».

En esta última jornada también ha declarado una psicóloga forense propuesta por la defensa. Ha asegurado que en las entrevistas con el acusado no ha detectado «ninguno» de los rasgos que se atribuyen a los maltratadores. «Los mayores indicadores que he encontrado son de estrés y frustración y están relacionados con su ingreso en prisión y con la creencia de que hay un complot contra él», ha dicho.

El acusado, en su último turno de palabra, ha jurado «ante Dios» que sus manos «son vírgenes a los 50 años de haber pegado a nadie». «No han pegado a ningún hombre, mujer, niño o animal», ha dicho.

Respecto al delito de abusos sexuales, tanto la Fiscalía como la acusación particular consideran que el padre, «en el ámbito de la dominación», se aprovechaba de los hijos y les sometía «a vejaciones humillantes en contra de su libertad sexual». Según explicaron los dos hermanos, mientras hacían alguna labor doméstica les agarraba por sorpresa del culo o de los genitales. «Nos decía que eso era suyo y que podía hacer lo que quisiera», explicaron.

Uno de ellos, además, aseguró que estaba convencido de que les quedaba el tiempo de vida que su padre tardase en salir de la cárcel y les encontrase. Los dos hijos relataron que el «miedo y el terror» eran «constantes» y explicaron que insultaba y humillaba tanto a ellos como a su madre. Según afirmaron, les amenazaba incluso con matarles a ellos, luego a su madre para que «sufriera más» y que, después, prendería fuego la casa y él se colgaría del garaje.

Por su lado, en su último turno de palabra, el procesado ha asegurado que «nunca» ha tocado «los genitales» a sus hijos ni a ninguna persona que no fuera su mujer. «Si es posible, me quiero someter a un sistema mecánico o químico para que se vea que no miento», ha remarcado.

En su opinión, la denuncia tiene que ver con un «complot» para conseguir una «compensación económica y poder vender la casa» ya que, según ha dicho, llegó un momento en que «no podían mantener el mismo ritmo de vida» que se habían acostumbrado a llevar.

En la primera jornada del juicio, el hombre mantuvo esta misma posición y negó los hechos. Así, aseguró que la denuncia --por la que lleva desde enero de 2018 en prisión-- se debe a motivos económicos. «Mi exmujer quiere dinero para pagar la universidad de nuestros hijos», afirmó.

En términos generales, el acusado negó todas las acusaciones. «Nunca en la vida», repitió como respuesta en las varias ocasiones en las que fue preguntado tanto por si les había amenazado, sometido a maltratos o abusos.

Por su parte, su exmujer relató distintos episodios violentos. Entre otros, explicó que la llegó a amenazar con un cuchillo y que, si en ese momento, no hubieran estado sus hijos «no estaría viva». «Lo físico era malo, pero el miedo y la tristeza eran lo peor», manifestó.