El juicio que se desarrolla durante esta semana ante el Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Baleares ha celebrado este martes su segunda sesión, después de que en la primera se llegara a un acuerdo de conformidad por el que el procesado aceptó una pena de 30 años y ocho meses de cárcel por matar a su expareja, quemándola viva, y por las lesiones causadas al bebé de ambos.
En la jornada de este martes han declarado distintos testigos, entre ellos personal del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU 061) que atendieron a la víctima, agentes de la Policía Local y peritos de la Guardia Civil que se hicieron cargo del caso.
Tanto los técnicos del SAMU como un agente de la Policía Local han coincidido en su relato en el miedo y el dolor que la víctima estaba experimentado, tras sobrevivir al ataque y escapar de su domicilio para poner a salvo a su hijo.
En la primera jornada del juicio, el hombre tras admitir los hechos, dijo que su intención no era matarla: «Solo quería marcarla, se me fue de las manos, yo no quería llegar a ese extremo».
Según el acuerdo, el asesino confeso y la víctima llevaban un tiempo con una relación inestable. El 28 de junio de 2016, mantuvieron una discusión y la mujer le dijo que no quería continuar con él. Así, el hombre se marchó de la casa advirtiéndole de que volvería a matarla. El acusado pasó la noche fuera y a la mañana siguiente, sobre las 7.30 horas, volvió a la casa con un litro de gasolina, decidido a acabar con la vida de la mujer.
Tal como ha aceptado, el hombre sabía que el niño dormía con la madre habitualmente y se aprovechó de que al ser muy temprano sus víctimas todavía no se habrían despertado. Sin embargo, para entrar en la vivienda tuvo que golpear fuertemente la puerta porque la mujer la había cerrado por dentro con un alambre la noche anterior. El ruido alertó a la mujer, que salió de la habitación y se encontró con el acusado. En ese momento la roció deliberadamente con gasolina al pie de la puerta del dormitorio y le prendió fuego con un encendedor.
El hombre era consciente de que de este modo dejaba a la mujer sin posibilidad de defenderse y aumentaba «inhumanamente» su dolor. En el juicio admitió que eligió este método porque sabía que iba a ser doloroso. También sabía que el fuego se podría propagar rápidamente y alcanzar al menor, que estaba durmiendo en el dormitorio.
Tras ser atacada, la mujer pudo apagar el fuego que le envolvía y, tras esto, cogió al menor y saltó al exterior con él en brazos, por la ventana de la habitación. Consiguió escapar del lugar con el niño y la perra de la familia conduciendo su coche hasta la casa de su madre. Llegó gravemente afectada por las quemaduras, pidiendo auxilio. «Mamá, me muero, me ha quemado, me muero de dolor», dijo a su madre.
La mujer sufrió quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo, con quemaduras de segundo grado profundo en las piernas que forzaron un traslado urgente al Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Tras múltiples intervenciones, acabó falleciendo el 8 de agosto de 2016. Tenía 34 años.
El hijo de ambos sufrió quemaduras que afectaron a menos del 10 por ciento de su cuerpo, así como contusiones.
Tras confesar el crimen, el hombre ha aceptado ser culpable de un delito de asesinato con alevosía (20 años de cárcel), otro de incendio con peligro para las personas (10 años) y otro de lesiones en el ámbito familiar (ocho meses).
Además, deberá pagar un total de 201.770. De esta cantidad, 99.990 son para su hijo; 44.000 euros para cada uno de los padres de su expareja y 13.780 para las propietarias de la vivienda por los desperfectos en la misma provocados por el incendio.
1 comentario
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Lo de las indemnizaciones parece una burla. ¿De donde y de que forma va a sacar este individuo más de 200.000 euros para pagar a todos los perjudicados? Por la sentencia que le ha caído, parece ser que, gracias a Dios, tardará en pisar la calle