El único adulto detenido por la violación grupal, a su llegada a los juzgados de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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Una veintena de mensajes de ayuda desesperados envió la niña violada por la ‘manada de Corea' a su psicóloga del centro de acogida, que en cuanto los descubrió disparó todas las alarmas para que la menor fuera auxiliada. Desgraciadamente, ya era demasiado tarde.

Ultima Hora ha tenido acceso al sumario del caso de la violación grupal, en el que se detalla paso a paso los dramáticos episodios ocurridos en Nochebuena. La menor se había fugado otras veces del centro en el que estaba, pero nunca regresaba por su propia voluntad. Ese día 24, para huir, se zafó de una cuidadora y se introdujo en un edificio de Son Gotleu, donde suele pernoctar cuando se fuga. Vendió una cadena de oro para comprar sustancias y cuando estaba en un callejón de esa barriada, junto a una amiga, dos varones de raza negra intentaron abusar de ellas. La intervención de la dueña de un bar las salvó. Pero según su relato, una vez en el interior del establecimiento no las dejan salir y le dan bebidas alcohólicas y drogas. Es entonces cuando aparece una amiga a la que idolatra, que está en un coche lleno de jóvenes. La introducen en el maletero y le dicen que van a una fiesta en un piso de Corea. Una vez en la casa, todos los que hay allí son menores conflictivos. A algunos los conoce; a otros no. Es entonces cuando se percata de que pretenden abusar de ella y le dice a su amiga que se quiere marchar. La chica le contesta que sólo abrirá la puerta si hace todo lo que ella diga. Y la lleva a una habitación, donde comienzan las violaciones. Para forzarla los menores se van turnando. Después la siguen sometiendo a todo tipo de perversiones y humillaciones.

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Descampado

A esas alturas, uno de los adolescentes se la lleva a un descampado del final de la calle Aragón en un coche sin carnet y vuelve a violarla. Luego, regresan a Corea. Por la mañana consigue escapar porque los agresores están despistados, fumando. Y llega a Son Gotleu, desde donde contacta a través de una red social con su psicóloga, implorándole ayuda en al menos una veintena de mensajes. «Quiero volver, por fa. Pero estoy metida en un lío. Me han intentado prostituir», le escribe. Luego, evidencia que está aterrorizada con los violadores: «Te dejo antes de que se enteren. Ayuda, porfa, en Son Gotleu. Ayuda, porfa».

Los técnicos de su centro de acogida acuden rápidamente en su auxilio y la encuentran en un estado lamentable: «Totalmente asustada, con la cara descompuesta y pidiendo que la sacaran de allí». Luego empezó a llorar de forma desconsolada y no quiso hablar con nadie, hasta que la convencieron para que contara lo sucedido. La psicóloga que la atendió da «total credibilidad» a su relato de los hechos. Otro dato que ha trascendido que es uno de los menores detenidos, cuando estaba en la Jefatura acompañado de su madre, aprovechó un momento para lanzar su teléfono móvil desde una ventana abierta. Cayó a la calle, donde quedó destrozado, y fue recogido por otros familiares. Ahora, sin embargo, lo ha recuperado la policía. Los acusados sostenían que había un vídeo que demostraba que el sexo fue consentido. Todo indica que mintieron de nuevo.