Este lunes se ha acordado celebrar el juicio para el segundo acusado, quien ha defendido su inocencia y ha descargado la responsabilidad sobre el huido.

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La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Baleares ha celebrado este lunes un juicio contra un hombre acusado por una estafa de 4,1 millones de euros, relacionada con un proyecto de fábrica de reciclaje en Mallorca.

En el escrito de la fiscal constan dos acusados, pero uno de ellos, de origen griego, se encuentra en paradero desconocido. Según han indicado fuentes próximas al caso, este juicio tuvo que ser suspendido anteriormente hasta en cuatro ocasiones por la incomparecencia del griego, en busca y captura.

Finalmente, este lunes se ha acordado celebrar el juicio para el segundo acusado, quien ha defendido su inocencia y ha descargado la responsabilidad sobre el huido. La Fiscalía pide para cada uno una condena de tres años y medio de cárcel, el pago de una multa de 6.000 euros y el abono de los 4,18 millones presuntamente defraudados.

LA VÍCTIMA, UNA RICA HEREDERA DE 28 AÑOS

La Fiscalía acusa a los dos procesados de haber ideado un plan para beneficiarse económicamente a costa de la denunciante, una mujer de 28 años que había recibido una cuantiosa herencia de su padre.

La fiscal sostiene que la joven no tenía «experiencia financiera alguna» y que los acusados se aprovecharon de ello para convencerla para invertir en un proyecto de fábrica de reciclaje de residuos en Mallorca, sin tener realmente intención de llevar a cabo el proyecto.

El acusado que ha declarado este lunes en el juicio ha negado estas acusaciones y ha defendido que él en todo momento quiso seguir adelante con el proyecto en Mallorca. «Creía plenamente en el proyecto, quería que se llegase a un acuerdo para que la maquinaria se pudiera instalar y poder arrancar», ha declarado.

En este sentido, el acusado ha sostenido que él mismo es una víctima del coacusado, y no «alguien que se ha lucrado». Al contrario, ha afirmado que ha salido perjudicado económicamente. «Sólo tengo la culpa de una cosa, y es que debería haberle echado de la oficina y no dejarle volver a entrar», se ha lamentado.

El acusado ha descrito al hombre griego como un caballero «apuesto, con anillos de oro y relojes caros», que «daba la impresión de ser una persona muy rica y solvente», aunque realmente no conocía en detalle sus finanzas.

También ha sostenido que esta persona les «trataba como esclavos» a él y a su equipo. «Llevo haciendo proyectos industriales desde 1984, tenía una trayectoria impoluta hasta que este griego apareció», ha protestado.

Así el acusado ha incidido en que él no supo, hasta que ya era tarde, que el proyecto no seguía adelante, sino que el empresario griego «no pagó ninguna factura» y no le dijo «nada».

Además, el hombre ha rechazado haber simulado que había inversores estadounidenses interesados en el proyecto, y ha defendido que parecía que la denunciante tenía que ser consciente de los negocios que estaba haciendo. «Tiene una de las navieras más grandes de Grecia, se supone que sabe lo que hace. Una señora como ella se suele rodear de especialistas», ha argumentado.