La semana pasada una de las jóvenes detectó un extraño artilugio en el aseo y le preguntó al dueño de qué se trataba. Aquel le contestó que era un repetidor de wifi, para mejorar la señal en esa parte de la vivienda.
Sin embargo, la explicación no convenció a la chica, que le explicó lo ocurrido a otra compañera de piso. Esta última compartía uno de los equipos informáticos con el acusado, así que hizo una búsqueda en un ordenador y encontró unas grabaciones tomadas meses atrás en el mismo baño compartido. En las imágenes se veía a una mujer que hasta hace unos meses también había vivido en esa casa, subarrendando una de las habitaciones.
Las dos chicas contactaron con esta última, que decidió interponer una denuncia ante la Policía Nacional. A continuación, fueron llamadas a declarar las dos inquilinas, que aportaron el supuesto repetidor wifi. Los expertos policiales analizaron el dispositivo y concluyeron que se trataba de una cámara de vídeo con una tarjeta de memoria, donde se almacenaban grabaciones desnudas de las tres. Con esas pruebas, los agentes de Distrito Centro obtuvieron una orden de entrada y registro y en la casa localizaron otras dos microcámaras ocultas, así como varios ordenadores y numerosas tarjetas de memoria.
Además, en carpetas ocultas y en la papelera de reciclaje se hallaron docenas de archivos, donde se observan al menos a diez chicas distintas, desde 2017. Todo apunta a que hay más víctimas.
El acusado negó los hechos, pero en uno de los vídeos sale colocando las cámaras
En los dispositivos informáticos intervenidos al presunto sátiro se aprecian grabaciones en la vivienda actual del detenido y también en otra en la que residía anteriormente. Las víctimas no solo eran chicas que habían alquilado habitaciones durante un corto período de tiempo, sino que hay otras que pernoctaron puntualmente en la casa y también fueron espiadas en la ducha o en el dormitorio. Nada más ser arrestado, el ciudadano portugués negó las acusaciones y explicó que él no había colocado cámaras ocultas con fines libidinosos. Sin embargo, una de las grabaciones recuperadas por la policía le delató: en ella aparece el varón instalando una de las cámaras. Y se olvidó de borrar esa parte. Este viernes el detenido pasó a disposición judicial.
4 comentarios
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Versiones muy raras
Si un fiscal dijo en el caso Monasterio que la falsificación era tan absurda que no podía ser estafa, viendo el tamaño de la cámara y lo tosco de su fabricación, que parece ya para espionaje de Mortadelo y Filemón, muy oculta no parece, la verdad.
Si las chicas obtuvieron las pruebas entrando ilegalmente en el ordenador del denunciado no hay caso porque es fruto del árbol envenenado.