Se perdió la pista de Marta Calvo Burón el 7 de noviembre de 2019. No fue difícil localizar dónde desapareció; en la localidad de Manuel, en Valencia. Tenía 25 años y allí había quedado en casa de un hombre con quien había estado charlando varios días a través de una aplicación de citas.
A las 5:55 horas de la madrugada la joven manda a su madre su ubicación en esta localidad de 2.5000 habitantes a través de WhatsApp, para que estuviera al tanto de dónde se encontraba. Desde entonces, silencio absoluto.
Al pasar las horas y no saber nada de Marta, la madre se preocupó y acudió personalmente al lugar que había recibido, el número 9 de la calle San Juan Bautista, y llamó a la puerta. Le abrió Jorge Ignacio P.J., un colombiano de 35 años de edad que residía en la casa, y que le aseguró que no conocía a la chica. Inmediatamente después, la madre de Marta presentó una denuncia por desaparición en comisaría. Habían pasado 48 horas. Era el 9 de noviembre.
El grupo de homicidios de la Guardia Civil se encargó del caso, y cuando intentó hablar con Jorge Ignacio, descubrieron que había desaparecido, y que la casa que tenía alquilada había sido limpiada a conciencia con lejía. Todas las sospechas se dirigieron hacia él. Y tanto la familia como la Guardia Civil ya se temía lo peor.
Unos días después, mientras el operativo de búsqueda de Marta se desarrollaba en el río Albaida, en cuevas y pozos, un testigo denunció que el sospechoso había intentado deshacerse de su vehículo en un desguace cercano, en El Puig.
Entrega y testimonio
Jorge Ignacio Palma se entregó el miércoles 4 de diciembre en el cuartel de la Guardia Civil en Carcaixent (Valencia). En su declaración afirmó que la muerte de Marta fue accidental tras practicar sexo mezclado con alcohol y cocaína. Cuando se despertó y encontró a la joven sin vida no supo qué hacer.
En su testimonio, llega a asegurar que pensó en el suicidio, pero finalmente optó por deshacerse del cadáver. Para ello adquirió en distintos establecimientos dos serruchos, bolsas de plástico, lejía y ácido.
Al día siguiente se deshizo del cuerpo de la joven de 25 años, descuartizándolo en trozos que metió en bolsas de plástico y distribuyó en diferentes contenedores de las localidades de Alcira y Silla. Ese mismo día la policía ordenó la paralización de la Planta de Reciclaje de Guadassur para intentar encontrar restos del cadáver.
¿Por qué tomó semejante decisión? Aseguró que no había acudido antes a la policía por sus antecedentes. Además, dijo que tenía miedo de que fueran a inculparle, ya que ya fue interrogado en otra ocasión por la muerte de una trabajadora sexual en la localidad de Ruzafa, con quien también mantuvo relaciones y consumió drogas.
El cerco se cerraba en torno al colombiano. Pasaba de una muerte accidental a varios casos con el mismo modus operandi. Los investigaciones de la UCO descubrieron que la muerte de la prostituta de Ruzafa y la de Calvo no habían sido las únicas en las que había estado implicado el Jorge Ignacio.
Otras víctimas
Descubrieron otra muerte similar: el 25 de marzo de 2019 una prostituta fue encontrada con convulsiones por sobredosis y falleció a los pocos días. En ese momento no hubo detenidos, porque se determinó que la causa de la muerte había sido un ataque epiléptico, sin embargo, se encontraron restos de sustancias estupefacientes en sus zonas íntimas y el cliente que había pasado con ella aquella noche era Jorge.
Nueva sorpresa en la investigación: días después, mientras salían a la luz estas muertes, eran Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas, y se seguía buscando el cuerpo de Marta Calvo, dos mujeres decidieron hablar y contar que ellas habían sido drogadas sin su consentimiento por el sospechoso.
En 2020, el Juzgado de Instrucción número 20 de Valencia ordenó seguir el procedimiento contra el acusado por jurado popular. A Jorge Ignacio se le atribuyen dos delitos de homicidio y asesinato consumado; tres delitos de homicidio en grado de tentativa; un delito de omisión del deber de socorro; un delito contra la integridad moral; contra la salud pública; un delito de profanación de cadáveres y otro de agresión sexual después de que nueve mujeres llegasen a declarar ante el juez como víctimas.
A la espera de juicio, la búsqueda del cuerpo de Marta Calvo sigue activa, y la familia, al menos, espera justicia y darle sepultura.
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