El acusado, este miércoles, en la Audiencia Provincial de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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No pudo aguantar las lágrimas mientras rememoraba cómo vivió el episodio de los presuntos abusos sexuales que sufrió su hija de 12 años la madrugada del 31 de diciembre de 2020. «Me castigo cada día por haber dejado ir a dormir a mi hija a aquella casa», relató al Tribunal. En la vivienda en cuestión residía una amiga de la víctima con su madre y un hombre. Este según explicó la menor este miércoles en el juicio abusó de ella. «Me acorraló en el pasillo cuando iba a lavar unos pinceles a la cocina, me abrazó, me apretó contra su cuerpo y me intentó besar. Me quedé paralizada».

El acusado, de nacionalidad ecuatoriana y 51 años de edad, negó los hechos. «Le dije que me había gustado el dibujo que había hecho y que se merecía un abrazo. No la intenté besar», apuntó el hombre, para quien la Fiscalía pide dos años y medio de prisión. La supuesta perjudicada había pasado el día junto a una amiga y se quedó a dormir en la casa, ubicada en el centro de Palma. Por la noche decidieron pintar un mural en la habitación cuando los adultos se fueron a dormir.

Al ir a lavar los pinceles la menor se topó con el hombre en el pasillo. Y ahí habría ocurrido todo. La amiga de la denunciante dijo que no pudo ver nada porque la puerta de su cuarto estaba casi cerrada en ese momento pero sí escuchó «ruido de besos». La mañana siguiente el procesado pidió perdón a la menor «por si le había disgustado algo». El juicio quedó visto para sentencia.