Agentes de la Policía Nacional acudieron al Coll d’en Rabassa y detuvieron al cliente moroso. | R.S.

TW
25

Un jeta en toda regla. Se marchó sin pagar la cuenta de los servicios sexuales de lujo contratados, dejó sin abonar la carrera de un taxi de Palma y, por si fuera poco, se tomó un par de cervezas por la cara en un bar del Coll d'en Rabassa.

El protagonista del relato es un viejo conocido de la Policía Nacional con múltiples antecedentes por delitos varios. En esta ocasión, acabó detenido por un presunto delito de estafa, desobediencia y otro de lesiones. La historia ocurrió el pasado miércoles por la noche. El ahora detenido, español de 45 años, decidió contratar los servicios de dos trabajadoras del sexo, dos meretrices de alto standing, cuya factura por servicio asciende a 1.000 euros. Es decir, 500 euros para cada una ellas.

Una vez cumplidos los deseos del cliente con un alto grado de satisfacción –así lo recoge una de las declaraciones que consta en el atestado policial remitido al juzgado–, el hombre decidió hacer un ‘simpa' en toda regla. Es decir, abandonar el lupanar sin abonar un solo euro. En principio, la cosa no le fue muy bien y las prostitutas le plantaron cara y pusieron el grito en el cielo. Acto seguido, se inició una acalorada discusión a grito limpio en plena calle. El cliente, para tratar de ganar tiempo y evitar un escándalo público, les dijo que les iba a pagar, pero que le acompañaran a su casa, en el Coll d'en Rabassa. Una vez allí,    sacaría dinero de un cajero automático y saldaría su deuda. Las meretrices, que no tenían muchas más opciones, aceptaron a regañadientes, pero no terminaban de fiarse de su palabra. El hombre y las dos mujeres cogieron un taxi y pusieron rumbo al Coll. Una vez allí, dejaron la carrera al taxista de Palma sin pagar. El cliente moroso entró en un cajero, hizo la pantomima de sacar dinero, pero salió exactamente igual que cuando entró. Acto seguido, se metió en un bar de la zona y se puso a tomar cervezas. En ese momento, se inició una segunda discusión y, fruto de la misma, una de las mujeres resultó agredida.

Los propios clientes del local llamaron a la Policía Nacional, que acudió de urgencia al lugar del suceso. El presunto agresor ya había abandonado la zona para evitar ser detenido, pero tras realizar una batida por las inmediaciones, en una zona boscosa, se logró localizar al sujeto y se procedió a su detención. De momento, las dos escorts de lujo se quedaron sin cobrar los 1.000 euros por su servicio. Al final, las mujeres se miraron y llegaron a una conclusión. «Hay que cobrar por adelantado».