Uno de los vagones del tren Alvia procedente de Madrid que descarriló poco antes de la estación de Santiago de Compostela. | Efe

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Un error humano o deficiencias de seguridad estructurales en el trazado como principal causa de una tragedia que tiñó de sangre las vías gallegas y conmocionó a todo un país. El juicio por el accidente del Alvia, que ha arrancado este miércoles en Santiago de Compostela, debe dirimir responsabilidades en el que ha sido el peor accidente de tren en España en los últimos tiempos. En el banquillo de los acusados nueve años después de aquella fatídica jornada, dos personas: el maquinista y el exdirector de seguridad de Adif.

Ochenta personas perdieron la vida y más de un centenar resultaron heridas de diversa gravedad en Angrois el 24 de julio de 2013. Un tren Alvia, que cubría el trayecto entre Madrid y Ferrol, descarriló en la curva conocida como A Grandeira, a escasos tres kilómetros de la estación de Santiago de Compostela. El primer accidente mortal en España de la línea de Alta Velocidad puso patas arriba las vidas de más de 200 familias. Esa misma jornada luctuosa el conductor del tren reconoció haber circulado a 190 kilómetros por hora en un tramo limitado a ochenta.

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El lugar del accidente se convirtió en una auténtica zona cero digna de la peor catástrofe, y la atención a las familias y las víctimas fue una prioridad tanto para Renfe como para las administraciones competentes. «Descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer» reconoció en una comunicación telefónica justo después de la trágica colisión Francisco José Garzón Amo, el maquinista que desde este miércoles se sienta en el banquillo de los acusados.

Sin embargo, el operario ha afirmado en diversas ocasiones que se siente «responsable» «pero no culpable» del mortal accidente de tren en Galicia. «Si tengo que pagar, yo pago, pero que pague más gente», llegó a declarar hace unos años en una entrevista televisiva. En aquella ocasión reconoció su parte de responsabilidad en el siniestro, pero manifestó que «antes fallaron otros», siendo él el «último eslabón» de la cadena. «No puedo fallar, pero soy humano. En todo momento lo primero que pensé fue proteger el tren».

Siete días de luto nacional siguieron al accidente de tren en Galicia que compungió a todo el país. El otro acusado por lo sucedido, el exdirector de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, ha accedido por una puerta trasera al edificio en el que desde este miércoles se desarrolla el juicio por el accidente del Alvia. A diferencia del maquinista, quien ha defendido que faltaban señales de seguridad en el punto negro, no se ha cruzado con un grupo de familiares de víctimas que reclamaban justicia en la misma sede donde se dirimen las responsabilidades de un fatídico día en las vías españolas.