La Audiencia consideró probado que concertaba citas con las menores, incluida una que tenía sólo 14 años, en hoteles de Palmanova y Magaluf para tener sexo con ellas. Los agentes de la Guardia Civil examinaron móviles del acusado y constataron ofrecimientos de dinero -donde hasta se facilitaba un número de cuenta para hacer el ingreso- y diversas alusiones a que las chicas estaban recluidas en «el centro», de las que se podría deducir que el acusado sabría que eran menores.
El acusado fue detenido en compañía de dos chicas, una menor de edad, en un hotel en Calvià, después de que la Guardia Civil fuera estrechando el cerco y vigilara a diario las bases de datos de hospedería para detectar si se alojaba en hoteles de Mallorca. Durante el juicio, los interrogatorios a las menores fueron difíciles porque dieron respuestas escuetas y confusas que no coincidían con lo declarado en instrucción. De hecho, la Fiscalía tuvo que lanzar en varias ocasiones advertencias sobre las consecuencias de mentir en el juicio, señalando a las chicas que no debían «proteger a nadie». La más joven de las menores se negó a comparecer y el juicio tuvo que suspenderse durante semanas. Fue una educadora social del centro donde se encontraba interna quien aportó pistas sobre lo que había podido ocurrir. Según declaró, tras una fuga la víspera de su cumpleaños, la niña volvió al centro «llorando» y con muy mal aspecto, encerrándose en su habitación. «Decía que había pasado una cosa terrible y que no quería hablar», explicó.
Al día siguiente, la menor pidió que le administraran la píldora del día después. No dio muchos detalles más allá de mencionar que había estado «con un chico», pero por sus palabras la educadora interpretó que había ocurrido algo grave. Además, la profesional incidió en que la menor no recibía una paga pero a pesar de ello «manejaba mucho dinero», y que era consumidora de marihuana y cocaína. «Le avisábamos en muchas ocasiones de que se ponía en riesgo, estaba prácticamente más tiempo fuera del centro que dentro», se lamentó la educadora.
Por otra parte, empleados de uno de los hoteles a los que acudía el hombre señalaron que el acusado daba altas propinas y por ello estaban todos «muy contentos» con él, que era «muy buen cliente». Uno de ellos admitió que esto propició que nadie intentase averiguar si estaba ocurriendo algo «raro», a pesar de que el hombre iba habitualmente al hotel con chicas muy jóvenes. Una camarera de pisos sí dio aviso a la Guardia Civil cuando vio a dos chicas salir de la habitación del acusado -que siempre reservaba una suite de lujo-. Las jóvenes le parecieron «crías» y según su versión se notaba «claramente» que eran menores. «No me cuadraba la historia, ¿qué hacía él con estas dos niñas, si ni hablaban el mismo idioma? No tenían nada que ver», declaró la trabajadora. Al entrar en la habitación y ver la escena, dio parte a las autoridades.