Algunos de los vecinos afectados, este martes, en el Molinar. | Alejandro Sepúlveda

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Gritos, drogas, insultos, amenazas, pedradas. Algunos vecinos del Molinar denuncian «tener miedo» de los usuarios de un salón de juego de la zona. Un grupo de afectados atendió este martes a este periódico para hacer públicos algunos de los episodios que sufren desde la apertura de este establecimiento. Un local de juego que abre 24 horas al día, seis días a la semana. «Muchas noches no pego ojo. Me levanto a las seis de la mañana y están toda la noche haciendo ruido. Les pido educadamente que me dejen dormir y me dicen de todo», explica una de las vecinas.

Otra de las afectadas relata uno de los sucesos más recientes: «Fue el 27 de enero. Ese día pasé mucho miedo. A las tres de la mañana me asomé para pedir un poco de silencio y empezaron a insultarme. Cogieron piedras y me las lanzaron a la ventana. Al cabo de un rato volvieron con huevos. Estuvieron lanzando cosas hasta las cinco de la madrugada. También aporreaban la puerta de abajo y tocaban el timbre. Los niños despiertos, todos los perros ladrando, un auténtico ‘show'».

Estos vecinos aseguran que algunos de los jóvenes que van por este local «son menores». También afirman que muchas veces el salón de juego se convierte en «un lugar de copas» donde también «se consume droga». Aunque en diversas ocasiones han intentado contactar con la gerencia del establecimiento no han logrado llegar a ningún acuerdo que suponga una mejora en su día a día: «Las veces que hemos hablado con ellos nos han dicho que no son una guardería. Se ríen en nuestra cara. Defienden que una vez que los usuarios están fuera ya no es problema suyo».

Por otra parte, los afectados muestran su descontento con las autoridades. «Llamas y no vienen. Cuando es por algo de ruido te dicen que están muy ocupados. Tan solo ha venido la Policía Nacional por alguna pelea con navajas o con sillas». Muchos de estos vecinos tienen niños y a los problemas habituales se suma «el mal ejemplo y la mala imagen que da este ambiente» a los menores. «Si estuvieran aquí fuera fumando y sin hacer mucho ruido nadie de nosotros diría nada», concluyen.

Incendio

A todos los problemas anteriormente comentados, los vecinos también explicaron ayer que «una negligencia del local» en su cuadro de contadores causó en 2020 un incendio.

«Tocaron el timbre y dijeron que eran de Emaya para acceder a los contadores», denuncian. Los efectos del incendio causaron la inhabilitación de algunas viviendas durante seis meses.