Subirán ha declarado alrededor de siete horas hasta completar su interrogatorio como acusado.

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«La amenaza no se ha usado nunca en esta causa». Miguel Ángel Subirán terminó ayer su declaración en el juicio en el que responde por una quincena de detenciones ilegales y obstrucción a la justicia. En siete horas de interrogatorios, el fiscal jubilado insistió en las mismas líneas que el pasado viernes: él no era el fiscal del ‘caso ORA' y solo un subordinado de Juan Carrau, existían indicios suficientes de delitos en esa causa y en el ‘caso Cursach' y la Fiscalía malogró ambas para luego acusarle a él y la instrucción se movió en un clima de terror en el que llegó a denunciar: «Cursach ha contratado a dos sicarios para quitarnos del medio». Negó además coacciones o amenazas a detenidos.

Además del fiscal también declararon ayer, pero solo a sus defensas, el inspector del Grupo de Blanqueo, José Luis García Reguera y la subinspectora, Blanca Ruiz. Descargaron cualquier responsabilidad de las detenciones en sus superiores.

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El grueso de la sesión de la llevó la declaración de Subirán. En un tono desafiante muchas veces con las acusaciones particulares, «sus denuncias son de risa» y con largas exposiciones, insistió en sus tesis. Lo único que admitió es que, muchas veces era él quien dictaba las declaraciones a la funcionaria que las transcribía, algo que ha provocado numerosas acusaciones por tergiversar declaraciones, que él niega: «Nadie protestó porque las dictaba en voz alta. Nunca se consignó protesta».

Esa fue otro argumento reiterativo para negar que se presionara a nadie. «Por qué no lo denunció usted entonces», le preguntó a uno de los abogados. Uno de los interrogatorios más tensos fue el del abogado de Álvaro Gijón, Josep Oriol. Este le planteó por qué, si se fiaban tanto del testigo protegido que denunció la ORA nunca se investigó a José María Rodríguez, del que el denunciante dijo tener miedo por vínculos con la mafia china. «No le tomamos ninguna declaración a ningún chino», ironizó el acusado que descargó, de nuevo toda responsabilidad de esa investigación en Juan Carrau.

Sobre el «terror más absoluto» en el que se movió durante la investigación, Subirán fue interrogado por el arma que llevaba. Dijo no sentirse protegido y reiteró que fue víctima de ataques en su vivienda y a sus bienes. También dijo que los padeció la primera jueza instructora del caso, quien dice que padeció seguimientos, tanto ella como un familiar cercano, «fue lo que colmó el vaso».
Sobre todos los testigos que han afirmado haber sufrido presiones o que sus declaraciones fueron modificadas, Subirán señaló que o bien estaban «aleccionados» o bien tenían miedo a Cursach.

El apunte

El inspector de Blanqueo afirma que Hacienda ignoró a Cursach

El inspector jefe del Grupo de Blanqueo, José Luis García Reguera, explicó que elaboró el informe económico cuya filtración detonó la investigación después de que percibiera que Hacienda no hacía nada con los documentos que tenían sobre Cursach. El fisco luego consideró irrelevantes los datos de ese informe y consideró equivocadas las consclusiones que se alcanzaban. Reguera también relató que el juez Florit encomendó al propio Grupo de Blanqueo investigar las filtraciones. Buena parte de su defensa se basa en que todas las detenciones que llevaron a cabo contaban con el visto bueno de sus mandos en la Policía Nacional que frenaron otra operación por el informe económico.