Pep Matas está afincado en la actualidad en un pueblo próximo a Cuenca.

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El periodismo de Sucesos de finales del siglo pasado y principios del actual, tan denigrado en ocasiones, no se podría explicar sin la figura casi ciplópea de Pep Matas. El veterano periodista presenta este lunes su nuevo libro sobre el auge y caída de La Paca', la legendaria matriarca de Son Banya y uno de los personajes sobre la que más se ha escrito en la crónica negra mallorquina. La obra ‘La Paca, Son Banya y yo (Edicions Xandri) se presenta el lunes a las 18:30 horas en la librería Casa del Libro.

‘La Paca' en su vida solo ha dado tres entrevistas y todas a usted, así que escribirá con conocimiento de causa.
—Pues sí. La conozco muy bien desde hace muchos años. Por cierto, que la segunda entrevista de la que habla se la apropió indebidamente IB3, a pesar de que se oye mi voz porque se la hice en mi casa, y se ha vendido a dos plataformas. Incluso pusieron: «Entrevista exclusiva con
IB3». ¿Qué le parece?

El poblado gitano siempre ha sido su temática predilecta.
—Porque Son Banya es muy importante para explicar muchos de los sucesos importantes que han ocurrido en las últimas décadas. Piense que el poblado se construyó en 1975 y a día de hoy sigue siendo el supermercado de la droga en Mallorca.

¿A quién dedica el libro?
—A todos los periodistas de Sucesos y Tribunales que han pasado por las redacciones de Baleares y Ultima Hora. A Vima, Fausto Ramos, Toni Planas, Alejandro Sepúlveda, Ferran Carbonell, Guillem Picó... y otros muchos. Por supuesto también a ti, que eres mi hermano. Está dedicado a todos los que han formado parte de aquellos equipos.

Aquellos maravillosos años.
—Desde luego, algo irrepetible.

La máxima de nuestra sección era: El no ya lo tenemos.
—¡Y cuántas exclusivas conseguimos gracias a esta máxima! Hay que perder el miedo en el periodismo, porque las noticias no llegan solas a la redacción. Ni se hacen por teléfono.

Se me desvía: ¿Cuántas veces ha estado en Son Banya?
—Muchas. Y tú lo sabes bien porque hemos ido juntos muchas veces. Una vez nos quisieron matar y salimos de milagro. Otra vez murió la mujer del Tío Kiko, el patriarca de aquella época, y poco antes los narcos del poblado me habían querido dar una paliza. Fui al funeral y el Tío Kiko me pidió que lo presidiera, junto a él. Los otros gitanos, los mismos que me querían matar, pasaron a respetarme. Al menos, un rato.

¿Por qué cayó ‘La Paca'?
—Principalmente porque había hecho mucho ruido mediático. Y eso, en Mallorca, no se perdona. No se trata igual a un político que nos roba que a una gitana. Eso es así. Han dicho muchas tonterías sobre ella, como que era la mayor narco de Europa. En Ibiza, en unos meses, se vende muchísima más droga que en Son Banya. Pero allí los traficantes llevan traje y corbata, así que aún espero que los cojan. En Son Banya, como son gitanos, pueden hacer diez redadas al año.

El libro aborda el robo millonario a ‘La Paca' y desvela quién estaba detrás.
—Intento arrojar luz sobre el caso Son Banya, me he leído dos veces el sumario, que tiene 4.000 folios, y al final me he liado más. Pero sí, desvelamos quién estuvo detrás del robo millonario. Y la venganza contra el exjefe de drogas.

Y el escándalo de las cintas que acabó con la carrera de un inspector de Policía.
—En el libro reproduzco la cinta que ‘La Guapi', la hija de ‘La Paca', grabó a Pepote, el policía. El juez Castro salió mal parado porque no se enteró de nada y lo de Pepote fue una decepción. Descubrimos por qué cada vez que había una redada en Son Banya no estaba ‘La Paca'.

Policías veteranos como Elicio Ámez o Toni Cerdá defendían que, policialmente, Son Banya tiene su razón de ser.
—Tiene lógica, porque allí se han esclarecido muchos delitos cometido en Mallorca. Pero las condiciones en las que viven no es de recibo. El narcotráfico es como la vida: todo son ciclos. ‘La Paca' llevaba quince años allí y ahora está el padre de ‘El Ove', pero de él nunca se habla, debe ser poderoso. Como ‘El Pablo'.

La discreción lo es todo.
—Sobre todo para los narcotraficantes.