La Guardia Civil investiga a los autores de los vertidos ilegales del polígono de Ses Veles, en Bunyola. | ALEX SEPULVEDA

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«Te mato. Te juro que te mato. Cómo digas que he tirado esto aquí te buscaré y acabaré contigo. No me vayas a arruinar la vida que de la cárcel se sale pero del cementerio no». Esta es una de las amenazas de muerte que recibió un operario que se encontraba en las inmediaciones del vertedero ilegal de ses Veles, justo detrás de Son Reus, cuando intentó grabar con su móvil a un hombre que descargaba escombros en plena calle.

No se trata de un hecho aislado. Desde hace años, el polígono se ha convertido en un depósito de basura, escombros, ratas y electrodomésticos viejos oxidados. Los vándalos campan a sus anchas y algunos convierten, incluso. las señales de tráfico en improvisadas dianas donde afinar su puntería con pistolas o escopetas. En medio de algunas de las calles también podemos encontrar varias barcas atracadas en el asfalto. Urinarios de porcelana, sacas de construcción repletas de escombros y coches abandonados también forman parte del paisaje habitual de la zona.

Fuentes de este periódico han confirmado que agentes del Seprona (Servicio de Protección a la Naturaleza) de la Guardia Civil han abierto una exhaustiva investigación para tratar de identificar y sancionar a los autores de lanzamiento de escombros. Del mismo modo, también centran su investigación en localizar a las empresas de construcción que de forma irregular realizan estos atentados medioambientales.

Fuentes policiales apuntan que mayoritariamente se trata de empresarios que van hasta el citado polígono de Ses Veles a la empresa que ofrece el servicio público de gestión de los residuos (MAC Insular) y que una vez que son informados del coste del servicio deciden deshacerse de los escombros de manera ilegal y ahorrarse miles de euros. «La falta de vigilancia es total y absoluta. Cualquier persona puede venir, vaciar camiones enteros de escombros sin que nadie les diga nada», apunta un empresario de la zona. «Lo peor de todo es que se trata de un goteo constante de infractores. Durante una sola mañana, más de una decena de personas realizan vertidos», concluyen los afectados.