Guillem Mascaró en su despacho del cuartel de San Fernando, durante la entrevista con este periódico. | Alejandro Sepúlveda - ALEX SEPULVEDA

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El nuevo jefe de la Policía Local de Palma, Guillem Mascaró, de 53 años, se encontró una plantilla tocada, con la imagen dañada por el ‘caso Cursach'. Esta situación pretende desbloquearla trabajando, cuenta el máximo responsable del Cuerpo, que colecciona tazas. Algunas las tiene expuestas en un mueble en su despacho, situado en el primer piso del cuartel de San Fernando. En una se lee la inscripción: ‘Keep calm and [mantén la calma y] CTRL + ALT + SUPR'. Mascaró, el agente 818, ya ha empezado a pulsar las teclas de su nuevo mandato. A sus órdenes tiene a 794 agentes, 692 hombres y 102 mujeres.

¿Cómo ha empezado su mandato, qué se ha encontrado?

—Hay mucho trabajo por hacer. Hay que modernizar la policía, invertir en tecnología, renovar la flota de vehículos y nos viene un relevo generacional porque en siete u ocho años se jubila más de la mitad de la plantilla y hay que hacer convocatorias públicas...

¿Está envejecida la plantilla?

—La respuesta es larga. En los años 80 se inició el proceso de centralización de las administraciones públicas y de las entidades locales. Empiezan a crecer los ayuntamientos en competencias y personal. Hay una ley orgánica de seguridad ciudadana en el 86 que dota a las policías locales de unas competencias que nunca habían tenido y todas las plantillas de las policías locales de España, desde la segunda mitad de los 80 y primeros de los 90, doblan su número de efectivos. Esa gente que entró en esos años están llegando todos a la edad de jubilación. Todas las policías locales de España están teniendo el mismo problema, todas se tienen que renovar.

El alcalde, Jaime Martínez, dijo que iba a incorporar 300 policías en esta legislatura. ¿Se va a cumplir?

—Espero que sí. Se están haciendo trabajos con función pública para ir consiguiendo las dotaciones, se ha hablado con la Escuela Balear de Administración Pública para ver su capacidad para hacer esos procesos selectivos y la formación del curso básico.

¿Cómo ha afectado el ‘caso Cursach' a la imagen de la Policía Local de Palma?

—El ‘caso Cursach' ha afectado negativamente porque hemos tenido bastantes años de muy mala -permitidme la palabra- muy mala prensa. Nos han dado por todos lados y durante algunos años todo el mundo daba por sentado que las acusaciones eran ciertas. Al final se ha demostrado en las sentencias que todo eso era una ficción. Ni siquiera una exageración. Una absoluta ficción basada en ningún argumento válido, en ninguna prueba existente, y una especie de caza de brujas seguramente con carga política. Es complicado revertir la opinión porque parece sencillo que la gente asuma argumentos de novela negra. Es relativamente fácil que el ciudadano crea historias morbosas de novela negra y ahora es difícil que, a pesar de las sentencias, entiendan que han sido engañados. Es complicado revertir esa percepción. El ‘caso Cursach' ha sido una mala novela negra.

¿Tiene un plan para revertir esa percepción?

—Bueno, mi plan es trabajar. Trabajar e ir solucionando los problemas a los ciudadanos, ir mejorando la calidad de vida, luchar contra el incivismo, colaborar con las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para luchar contra la delincuencia, para mejorar la seguridad de los ciudadanos y del turismo y que Palma sea una ciudad mejor para los que vivimos en ella. Ese es el plan.

¿Cuánto daño han hecho Penalva y Subirán a la Policía Local?

—Han hecho mucho daño. Ha llegado a haber hasta 100 agentes directa o indirectamente en el disparadero. Hay gente muy, muy tocada emocionalmente que nunca se va a recuperar. Ha afectado a sus familias, a su entorno, a su vida cotidiana.

No todos eran santos en la Policía. Hubo algunos garbanzos negros, pero no era esa película que se creyeron...

—Incluso la historia de algún garbanzo negro se basa en una rumorología que no ha llegado a ser probada, no hay ni una sola prueba contra ninguno de los encausados.

¿Cuáles son los principales problemas de Palma?

—Desde el punto de vista de la Policía Local el tráfico es un problema importante, la gestión del estacionamiento, la seguridad pública es un tema en el que luchamos conjuntamente con Policía Nacional. Parece que dentro de los márgenes estatales estamos en una media de seguridad bastante aceptable. Hay un nivel de delincuencia que existe, pero que parece que está circunscrito a delitos menos alarmantes que en otros lugares de España. Sí que tenemos mucha incidencia de violencia de género, los números son preocupantes. Y luego está lo que tenemos que combatir entre todas las administraciones, pero hay una labor primordial para la policía, que es el incivismo visto desde el punto de vista de esas conductas que atentan contra la calidad de vida.

¿Por ejemplo?

—Los ruidos, las actividades que vulneran la normativa y molestan a los vecinos. Las infracciones vinculadas al uso de los patinetes, el vandalismo, los grafitis, las vulneraciones en cuanto a las normativas de animales de compañía... y luego todo lo que atenta contra un turismo seguro.

Los vecinos se quejan mucho de los ruidos...

—Estamos ya en fase de cambiar la ordenanza cívica, queremos incidir en mejorar los sistemas de tramitación de las infracciones y las denuncias por ruidos. En un fin de semana de verano igual tenemos cerca de 200 llamadas en el turno de noche. Un porcentaje de alto de esas llamadas es por ruidos. El problema es que los ruidos se concentran entre las 22.00 y las 02.00 horas y no tenemos medios suficientes. Acudimos a los que permiten las patrullas que tenemos. Necesitamos que las sanciones tengan un efecto disuasorio. Esperamos que todas las conductas incívicas disminuyan. El problema de las policías locales es que somos un poco la ventanilla única del ayuntamiento. Todos estos años de ataque contra la honorabilidad del cuerpo nos han hecho bastante daño, pero sobre todo nos daña la falta de capacidad de responder en algunos escenarios que nos están surgiendo. Vamos a intentar solucionar el problema de inseguridad en Playa de Palma con la nueva ordenanza cívica.