Dos vecinos de la zona pasean a su perro el día después del hallazgo. | Pilar Pellicer

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Con sospechas, pero sin sorpresa. Así se han despertado los vecinos de Son Cladera, en Palma, tras leer la noticia de Ultima Hora en la que se informaba del hallazgo de un cadáver la noche de este miércoles en un descampado de la zona conocida como Las Palmeras. Los Bombers de Palma encontraron el cuerpo sin vida tras recibir el aviso de un incendio en esta finca abandonada en el camí de Roses, 8. «No es la primera vez que quemaba cosas, era cuestión de tiempo», comenta Javier, un vecino de la zona.

Según apunta la investigación, el descampado en el que se inició el fuego estaba habitado por un indigente desde hace un tiempo. En el fondo del terreno, lleno de escombros y matorrales, se avista un avituallamiento en el que el fallecido tenía instalada una tienda de campaña con un colchón, un espejo y varias sillas en mal estado. «Aquí vivía él», señala Vicky, una vecina que vive en una casa cercana y que en más de una ocasión había hablado con la víctima.

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El avituallamiento que tenía preparado el indigente.

Durante la jornada del miércoles por la tarde, un incendio llamó la atención de los vecinos de esta zona residencial de Palma. «Salía humo de un agujero del pozo», explican. A pesar del fuego, no esperaban que los servicios de emergencias encontrasen un cadáver allí. «Es terrible. De repente empezaron a llegar policías y taparon el pozo porque habían encontrado un cuerpo», enfatiza Antonia, una residente del edificio de enfrente del descampado.

Damián y Juana que, justamente, a esa hora paseaban por la zona observaron el panorama desolador que engullía el descampado. «Siempre pasábamos por aquí y hacía cosas raras. Quitaba las vallas, las movía de sitio, se entretenía quemando cosas. Era un hombre extraño», dicen.

«Siempre picaba piedra, rompía alambres y tenía a la gente en vilo. Es verdad que nunca había discutido con nadie, pero cuando se ponía a quemar cosas, asustaba», afirman. Sin embargo, tampoco esperaban que pudiese haber una muerte en estas extrañas circunstancias. «Vivía solo, no tenía nunca compañía. Algunos dicen que tenía un amigo, pero yo nunca le vi», destaca Encarna.