Jean Gardner, a bordo de un avión.

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Estilosa, elegante y de una simpatía desbordante, la joven aviadora Jean Gardner Batten se ganó el apodo mundial de 'la Greta Garbo de los cielos'. Este mito de la aviación de principios del siglo XX acabó sus días de gloria en Mallorca, donde ya nadie la recordaba y cuya vida transcurría en el más absoluto anonimato. Su muerte, con todo, fue misteriosa: falleció porque no se quiso tratar a una mordedura de perro en Palma y como nadie reclamaba su cuerpo acabó en una fosa común, en el cementerio del Camino de Jesús. Luego, comenzó una investigación para buscarla, ya que pensaban que se encontraba en paradero desconocido. Cinco años después se descubrió que reposaba en una fosa sin nombre. Esta es la crónica de la glamourosa vida y muerte solitaria de una leyenda de los cielos.

Jean Batten (cuyo nombre original fue «Jane») nació el 15 de septiembre de 1909 en Rotorua, en la isla norte de Nueva Zelanda. Su padre Fred era cirujano dental, mientras que su madre Ellen (1876-1966) era una actriz de convicciones feministas. Con solo diez años, volar fue su única meta. Su bautizo en los aires tuvo lugar en 1930. Dos años después consiguió la autorización para manejar aviones privados y comerciales.

En su mente solo tenía una obsesión: mejorar la gesta de la australiana Amy Johnson que, en 1932, voló de Inglaterra a Australia en un tiempo considerado, hasta entonces, récord. Dos años después, Jane realizó la misma travesía en 14 días y 22 horas; 4 días menos que Amy. Y se convirtió en leyenda. En 1935, con el dinero que había ahorrado, compró un monoplaza con el que se convirtió en la primera piloto del mundo en cubrir el trayecto de Inglaterra a Brasil cruzando el Atlántico Sur.

La joven aviadora con uno de sus primeros aviones.

Luego, fue de hazaña en hazaña. De gesta en gesta. Se la conocía como 'la Greta Garbo de los cielos', por su parecido con la famosa actriz. Hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial y, paradójicamente, comenzó su decadencia como aviadora. En una época en la que se necesitaban más que nunca pilotos, Jean fue marginada y no pudo volar en la Royal Air Force (RAF) británica porque las mujeres tenían vetado su acceso. Al acabar la guerra, siempre junto a su madre Ellen, se dedicó a viajar por el mundo: Jamaica, Málaga, Tenerife y finalmente Palma, donde recaló a principios de los años ochenta.

Su madre había muerto y Jean languidecía. Sus días de vino y rosas ya habían pasado. Ya nadie la reconocía por la calle. Ni le pedía autógrafos, como en los años treinta, cuando era una leyenda. Alquiló un pequeño apartamento en la zona de Porto Pi y el 14 de noviembre de 1982 murió a los 77 años. Un perro la había mordido, y la piloto no quiso recibir asistencia médica. La herida se complicó y finalmente acabó con su vida.

Homenaje a Jean Gardner en el cementerio de Palma.

Desde el juzgado de Palma enviaron un fax a la embajada de Nueva Zelanda en Madrid, pero por causas que todavía hoy son un misterio nunca se recibió aquel mensaje. Los años fueron pasando y la familia de Jean la dio por desaparecida. Solo sabía, por una postal que había enviado a Londres, que se encontraba en un destino "con mucho sol". No sabían que había muerto y sus sobrinos, periodistas y funcionarios de su país comenzaron su búsqueda.

Cinco años después confirmaron que sus restos yacían en una fosa común en el cementerio de Palma. Había muerto sola y en el anonimato. En agosto de 2009 inauguraron una calle en su nombre en La Bonanova, en Palma. Y en el camposanto le esculpieron una lápida en bronce, en su honor. La mujer que voló más alto en los emocionantes años treinta acabó sus días en el anonimato en Porto Pi medio siglo después..