Los policías sacan de la casa, en camilla, al asesino de Sant Jordi.

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En la madrugada del 31 de julio de 2015, amparado en las sombras, Jaume Salom, un mallorquín de 38 años, aparcó su coche a unos metros de la casa de su ex novia, Gemma Vich, de 33. Después, se coló en el interior de la casa rotulada con el número 115 del Camí de Sant Jordi y la atacó con un cuchillo de cocina cuando ella estaba en su cuarto. La mujer intentó defenderse, pero el agresor, con una espeluznante sangre fría, la degolló con un cuchillo de cocina. Esta es la crónica de un asesinato por violencia de género que conmocionó a Mallorca y generó numerosas manifestaciones de repulsa.

La madre de la joven fallecida, que ha declaró como testigo, relató que aquella noche estuvo en casa de su hija con ella hasta las once de la noche antes de bajar a su propia casa, en la planta de abajo del mismo edificio. Se fue a dormir, hasta que un ruido en el piso de arriba la despertó, ya entrada la madrugada.

«A las 4 y cinco me desperté de un ruido muy fuerte, oí que pateaban encima de la cama muy fuerte. Oí también unos gemidos, como un grito ahogado pero muy fuerte, porque tenía la ventana abierta y ella también, oí gemidos muy fuertes. Me alarmé y la llame por teléfono y al no contestarme, cogí las llaves y subí», contó la señora.

La víctima Gemma Vich, tenía 33 años.

Una vez en casa de su hija, la encontró en el suelo de su dormitorio bocabajo, inerte, y vio a su exnovio tumbado a su lado, con un brazo sobre la espalda de la joven.

«Fui a mi hija, la toqué por los muslos y le pregunté 'Gema, ¿Qué te ha pasado? Al no tener respuesta le miré la cara, vi que tenía los ojos cerrados y la boca cerrada y entonces vi un charco de sangre grande. Entonces me asusté y bajé a coger el móvil», añadió.

Jaume Salom fue condenado a doce años de cárcel por el crimen.

La mujer, que fue quien llamó a emergencias para pedir una ambulancia, agregó que su hija y el agresor habían roto su relación sentimental hacía unos meses, después de ser pareja durante unos 3 años, y ella le había reclamado las copias de las llaves que tenía.

Los policías nacionales siempre sospecharon que el asesino fingió que estaba fuera de sí por el consumo de alcohol o de drogas. Cuando se sentó en el banquillo de los acusados, Jaume Salón confesó el crimen, pero aseguró que no sabía por qué la había matado: «No sé por qué, me lo he preguntado muchas veces».

La fiscal y los letrados que representan a los padres de la víctima pidieron una condena de 10 años por homicidio y 2 por allanamiento de morada, así como que se le prohibiera residir en Sant Jordi durante 11 años. Para fijar las penas que solicitan tuvieron en cuanta la circunstancia agravante de parentesco, porque acusado y víctima fueron pareja, y la atenuante de reparación del daño porque indemnizó a los padres con 50.000 euros. Finalmente, Jaume Salón fue condenado a doce años de cárcel.