Los dos acusados, el pasado lunes, en el juicio celebrado en Palma. | Guillermo Esteban

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A las siete y media de la mañana del pasado 26 de enero, un hombre acababa de abrir su taller mecánico en Palma cuando fue abordado por la espalda. «Me cogieron del cuello por detrás y yo pensaba que era el repartidor del periódico que me estaba gastando una broma», explicó el pasado lunes en el juicio. «Me tiraron y me caí contra una botella de butano. Me tenían bien controlado porque iba a ingresar 7.800 euros al banco, era la recaudación de los últimos 15 días».

Lo primero que le dijo el asaltante, que llevaba una capucha negra, fue:

- Señor Valentín (nombre ficticio), usted a mí no me conoce de nada ni me ha visto nunca.

El mecánico se giró y le dijo:

- Coño, sí que le conozco.

Unas semanas antes su nieto de acogida y el sospechoso le habían robado el coche en su domicilio y un juzgado de Palma les puso una orden de alejamiento del hombre. «El que me agarró por detrás fue el rubio», aseguró la víctima ante la jueza de lo Penal número 4 de Palma. El rubio es el amigo de su nieto, que también fue detenido por la sustracción de su vehículo días atrás. «Yo lo conocí, le vi los ojos, lo vi el día que me robaron el coche», insistió el perjudicado, que no podía permanecer mucho tiempo en la sala por el aire acondicionado.

El delincuente se llevó su cartera con los 7.800 euros y huyó del taller con el nieto de la víctima, que iba vestido con un chándal Adidas de color rojo, el mismo que llevaba el día que la Policía Nacional lo detuvo en la estación Intermodal de Palma. Después de robo el hombre llamó enseguida a su nuera y la mujer le comentó que le había comprado recientemente un chándal rojo.

La fiscal preguntó al hombre qué relación tenía con su nieto. «Yo lo he estado cuidando desde que tenía once años, ha sido un nieto más en todo. En cumpleaños, en el trato, en las comidas...cada sábado comíamos juntos».

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- ¿Usted reclama el dinero que le robaron?

- Yo no les reclamo nada, no los quiero volver a ver nunca más en la vida, para mí han muerto.

El repartidor de periódicos que vio a los dos jóvenes huir del taller corriendo manifestó que en un primer momento pensaba que eran dos clientes que habían llegado a primera hora. Luego los vio a la altura del bar Napoli cambiándose de ropa y regresó al establecimiento. «El señor estaba en shock, no podía ni hablar».

La Policía Nacional detuvo pocos días después a los dos sospechosos. La jefa del Grupo de Atracos contó que el nieto de la víctima tenía la información de que había dinero en efectivo ese día porque había trabajado en el taller y sabía cuándo hacía los ingresos en el banco su abuelo. «Los dos habían cometido ya un delito contra la víctima [el robo de su coche] y siempre iban juntos».

Los dos acusados, que declararon en último lugar, se desmarcaron del robo. El joven que accedió al taller, «el rubio», como dijo la víctima, declaró que no se acordaba de nada de ese día y que se encontraba con el nieto del perjudicado por la zona de Marítimo, donde las cámaras de seguridad de los locales les grabaron. El sospechoso aseguró que no sabía dónde estaba el taller y cree que el mecánico le señaló «por venganza» porque lo detuvieron por el robo de su coche. «Yo a este hombre no le he hecho nada».

El nieto de acogida del perjudicado reconoció que en anteriores ocasiones le robó, pero aseguró que esta vez no tiene nada que ver con los hechos y que el día que el repartidor de periódicos lo vio corriendo era porque había salido de fiesta, iba borracho y estaba asustado. «No me acuerdo».

- ¿Cómo se explica que le denuncie su abuelo?- preguntó la representante del Ministerio Público.

- Yo lo entiendo, les he puteado mucho y la verdad es que me arrepiento.

La Fiscalía reclama una condena de cinco años de cárcel para cada uno de los dos jóvenes, que se encuentran en prisión desde que fueron detenidos por la Policía Nacional.