La víctima vivía en las ruinas de una finca abandonada.

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Se han cumplido ya 25 años del crimen de Sebastián Cano Martínez, un conocido pintor y ceramista de Palma, de 52 años, al que la vida le dio la espalda y acabó sumido en la indigencia. El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional detuvo a un compañero de la víctima, que vivía con él, como supuesto autor del salvaje ataque, pero nunca quedó suficientemente esclarecido qué ocurrió en aquella vaquería abandonada. La última morada de un artista que llegó a ser célebre.

El fallecido, que era natural de Andújar, en Jaén, tuvo una relevancia social importante en Mallorca, al ser la persona que organizó en Palma la primera edición de la Feria de Abril, acontecimiento que continuó año tras año con notable éxito, en los noventa. Las casetas se instalaban en lo que hoy se conoce como el Parc de sa Riera, en frente del cementerio y del psiquiátrico de la calle Jesús, y era una cita ineludible para los jóvenes de la época.

Pero Sebastián Cano no sólo era conocido como organizador de fiestas, su profesión era pintor y ceramista, y llegó incluso a organizar algunas exposiciones. Sin embargo su vida cambió de rumbo y, del éxito de las exposiciones, aterrizó en un estado de pobreza que le llevó a la indigencia. El destino quiso que mientras se disfrutaba de la Feria de Abril que él planeó, su cadáver apareciera rodeado de basura en una vieja vaquería abandonada de Son Malferit, el 27 de abril de 1999.

La vida social de Sebastián Cano no se limitó sólo a esta actividad cultural en el mundo del arte. Era un hombre comprometido con sus raíces. Hacía más de 30 años que había abandonado su pueblo de Jaén y había tomado la decisión de vivir en una ciudad lejos de su casa, como era Palma. Pero se comprometió con la Isla sin olvidar de dónde procedía. De hecho, en 1982 fue nombrado secretario general del Partido Andalucista de Baleares.

El lugar donde se cometió el crimen era un cobertizo abandonado, en el que aparecieron dos colchones, un sofá y dos aparadores. El cadáver estaba sobre un sucio canastro. En una plancha de madera, apoyada junto a esta cama, se podían ver manchas de sangre y restos de masa encefálica.

El Grupo de Homicidios detuvo a la persona que la noche posterior al crimen comunicó que había un cadáver en la finca abandonada. Se trataba de Julio G.C., un indigente de 41 años, con antecedentes policiales. Esta persona ya conocía por la mañana que se había cometido un crimen y que la persona muerta era la misma que convivía con él en esta cobertizo abandonado.

Sobre la una de la tarde el detenido le comentó a una mujer, que vive por la zona, que su amigo había sufrido una paliza y que se encontraba malherido. La mujer le comunicó esta información a su marido, que se acercó al predio y allí localizó el cadáver. Julio fue arrestado como principal sospechoso de destrozar el cráneo a golpes de su amigo ceramista. Pero la investigación se encontró muchas lagunas e incógnitas, que 35 años después no han podido ser despejadas.