El vigilante de seguridad de Son Espases evitó que un paciente psiquiátrico fuera atropellado en la autopista. | Julio Bastida

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Se llama Christopher Calderón, tiene 30 años y ejerce su actividad profesional como vigilante de seguridad del hospital de Son Espases para la empresa Eulen. Durante toda la jornada de ayer, Cris, como todo el mundo le conoce, no cesó de recibir felicitaciones por parte de sus compañeros, personal sanitario y de usuarios del servicio hospitalario. De forma totalmente improvisada, tras la noticia adelantada en primicia por Ultima Hora, se ha convertido en un improvisado héroe sin capa.

«Sólo puedo decir que salvar la vida de una persona es lo más bonito que te puede pasar en la vida. Lo haría una y mil veces más. Los vigilantes estamos aquí para brindar seguridad al recinto y a todos los usuarios de la sanidad pública, pero somos humanos y debemos empatizar con todos, especialmente con aquellos pacientes que por motivos de salud no están bien. Recibir el agradecimiento de mis responsables, compañeros y, de una forma muy especial, el de los familiares del hombre al que conseguimos salvar la vida, es algo que no olvidaré nunca», apunta Calderón.

Los hechos tuvieron lugar sobre las 17:00 horas del pasado viernes cuando el servicio de seguridad fue alertado de la fuga de un paciente -que iba descalzo y en pijama- del pabellón psiquiátrico del centro hospitalario. Rápidamente, se activó un amplio dispositivo de búsqueda para tratar de localizar al paciente que estaba totalmente identificado. «Recuerdo que por la emisora dieron el aviso de que un enfermo se le había escapado a un familiar y se había dado a la fuga. Fueron momentos de tensión y todo el equipo de seguridad nos pusimos en marcha. Aquí trabajamos en grupo y no existen las individualidades, ese es el secreto del éxito. Yo estaba en la zona del aparcamiento y me dirigí al control de cámaras para tratar de localizarlo por el circuito cerrado de vigilancia. Una vez que lo teníamos ubicado, a las afueras del recinto y junto a un puente, cogí la moto eléctrica y puse rumbo a su posición», comenta el vigilante.

«A su llegada estaba muy nervioso y alterado. Quería autolesionarse y le pedí que se tranquilizara. Me acuerdo que le comenté que le invitaba a un café y que podíamos hablar tranquilamente. Todo esto, mientras mis compañeros trataban de cortar el tráfico de la carretera, junto al puente y vial de acceso a la Vía de Cintura. El paciente en un principio se tranquilizó pero en cuanto me bajé de la moto para ir a su posición se tiró a la carretera por la que aún circulaban algunos vehículos a gran velocidad. Afortunadamente, lo conseguí coger al vuelo y ponerlo a salvo. Me abrazó y empezó a llorar. Me vine abajo por unos instantes de la emoción y adrenalina del momento y nos subimos a la acera. En ese instante, llegaron mis compañeros y todos juntos conseguimos llevarlo de regreso al área de Psiquiatría donde el personal médico y sanitario lo estaba esperando. Acto seguido, le suministraron su medicación y lograron tranquilizarlo», concluye Cris.

Christopher Calderón: «Salvar a una persona es lo más bonito que te puede pasar en la vida»

Gracias a la rápida actuación de todo el equipo de seguridad de Son Espases, del personal facultativo y la colaboración de un testigo que aportó información crucial de la posición del paciente fugado, esta historia tuvo un final feliz.

Por otra parte, desde los sindicatos de seguridad se insiste en la importancia de reconocer a los vigilantes como personal de riesgo. En concreto, se solicita un incremento salarial progresivo en concepto de plus de peligrosidad que solicitan que se haga «por hora trabajada», durante los ejercicios de 2025 y 2026 «hasta llegar a la cantidad que se corresponde con las auxiliares administrativas de Eulen que también trabajan en el hospital. En su larga lista de motivos, que ya se ha entregado a la empresa, se encuentra también el controlar las zonas críticas del hospital como la sala de máquinas, bombas de presión, depósito de gasoil, nitrógeno líquido. Todo ello sumado a las constantes agresiones físicas y verbales a las que están sometidos o un alto riesgo de contraer enfermedades contagiosas.