Más de 40 jóvenes protagonizan una pelea en el cierre de una discoteca en Cala Rajada | R.S.

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Nueva batalla campal en Cala Rajada. La zona de ocio nocturno se ha convertido en una auténtica ciudad sin ley que parece haber tomado el relevo de la Platja de Palma o Punta Ballena. Agentes de la Policía Local de Capdepera y de la Guardia Civil se ven desbordados en numerosas ocasiones por las numerosas peleas multitudinarias, enfrentamientos entre clientes y porteros, o por actos vandálicos e incívicos.

En la madrugada del pasado domingo, tras el cierre por el fin de temporada de la discoteca Keops, ubicada en Cala Rajada, se produjo una reyerta multitudinaria en la que intervinieron más de cuarenta personas. Durante el transcurso de la pelea, un joven sufrió una rotura del tabique nasal y tuvo que ser asistido por la ambulancia y trasladado al hospital de Manacor. Otra de las víctimas fue un joven al que le rompieron un vaso de cristal en la cabeza. Como consecuencia del impacto, el chico fue dejando un rastro de sangre por la calzada y también tuvo que ser asistido por una ambulancia.

Por último, una joven vecina del municipio, totalmente ajena al conflicto, tuvo la mala suerte que cuando se encontraba saliendo por la puerta de la discoteca, recibió un taconazo en el ojo izquierdo por parte de otra chica, teniendo que ser trasladada urgentemente al hospital de Manacor como consecuencia de las graves heridas, ya que existía riesgo de que pudiera perder la visión en dicho ojo.

El pasado 27 de agosto, Ultima Hora ya informó y les ofreció en rigurosa primicia, las imágenes de una batalla campal que se produjo entre turcos y sudamericanos frente a una discoteca de Cala Rajada, en la que también varias personas sufrieron heridas graves. Una vez más, el núcleo turístico de Capdepera, en el punto de mira.

El cierre de las discotecas tan sólo había cuatro policías de guardia

Fuentes policiales han confirmado que la noche del cierre de Keops, conocida por la gran afluencia de gente que recibe Cala Rajada, tan sólo había cuatro policías en la calle, de modo que era imposible que pudieran realizar la labor de seguridad ciudadana en condiciones óptimas, tanto para los ciudadanos como para los propios policías. Gran parte de la plantilla policial está en pie de guerra contra su Jefatura al entender que están completamente «vendidos» si no refuerzan con más efectivos días especialmente conflictivos.