Varios vecinos contemplan el puente arrastrado por el agua en Ribarroja del Turia (Valencia), tras las intensas lluvias. | Kai Forsterling

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En total, se calcula que los pasajeros del vuelo Valencia-Palma del 29 de octubre habrán pasado más de 24 horas atrapados en el aeropuerto. Biel Horrach estaba en la capital del Turia participando en el congreso ‘Los espacios urbanos productivos y su contribución a la mitigación del cambio climático’, organizado por la universidad de Valencia, en calidad de doctor en Urbanismo, en un ejercicio transdisciplinar con expertos en el campo del derecho administrativo.

«Con el fenómeno de esta noche hemos podido experimentar de forma directa los efectos de la emergencia climática sino actuamos de forma responsable en nuestras ciudades y territorios», dice el ahora miembro del Laboratorio Interdisciplinar del Cambio Climático de la Universitat de les Illes Balears (UIB)

«Tenía que coger este martes el vuelo de vuelta a Palma a las cinco de la tarde pero ya llevaba varias horas lloviendo. La aerolínea nos advirtió que saldría sin problema, así que embarcamos. Pero una vez dentro, y ya sentados, el piloto nos avisó por megafonía que no le daban pista porque no se daban las condiciones de seguridad para el despegue», cuenta Horrach, que estaba embarcado en un avión de 120 pasajeros.

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La situación que se vivió el martes por la noche fue «caótica, corte de agua permanente, apagones, sin información a partir de medianoche y numerosas familias con niños y gente mayor», explica. De hecho, las pistas han quedado totalmente inundadas y los controladores aéreos han tenido que ser rescatados por los bomberos para poder hacer el cambio de turno. Pese a que seguía lloviendo y el aeropuerto de Valencia está próximo a las zonas más afectadas, los pasajeros refugiados en esta infraestructura se han encontrado bien y no han corrido peligro. «Hemos pasado aquí la noche. Tras la cancelación del vuelo, a partir de las 2 de la madrugada han intentado reubicarnos en otros vuelos pero pero una sola persona para toda la compañía no daba a basto. Como resultado este miércoles a las ocho de la mañana partió el primer vuelo a Palma medio vacío, mientras todavía un gran numero de familias todavia no tenía nuevo vuelo asignado. En estos casos de emergencia se hace necesario que los servicios de interés público esten a la altura», lamentó el urbanista.

Muchos asientos quedaron sin ocupar porque las carreteras están bloqueadas y muchas personas no han podido acercarse hasta el aeropuerto. La noche ha sido larga en la infraestructura aeroportuaria, así que los enchufes para cargar el móvil y el wifi han sido de lo más disputado en las últimas horas. Mientras tanto, la DANA iba arrasando toda la provincia de Valencia, además de Albacete pero los pasajeros, por suerte, no han sufrido ningún mal.

«Había gente durmiendo en el suelo y los camareros tenían que cerrar los bares a las once de la noche, alargaban su turno para prestar servicio toda la noche. Las familias no encontraban alojamiento, ya que los hoteles cerca del aeropuerto estaban al completo, y mientras los sistemas de alarma de los móviles alertaban de mantenerse en los edificios», cuenta Horrach. Protección Civil lanzó un mensaje estridente y persistente desde las 20.10 a las 10 horas del día siguiente para alertar a la población y pedir que no se realice ningún desplazamiento en la provincia de Valencia. Demasiado tarde para ellos. De hecho, entre los participantes del congreso hay preocupación porque alguno de sus miembros todavia no ha sido localizado al ser procedentes de las zonas más devastadas por la DANA», señala Horrach.

Como experto, reconoce que «400 litros por metro cuadrado es una barbaridad». En su etapa en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) colaboraban con la Universidad Técnica de Delft, en Países Bajos, «un país que lleva siglos estudiando cómo gestionar el agua en la ciudad. Es el Water Urbanism [urbanismo de agua]», donde la arquitectura de la ciudad y las intervenciones urbanas adaptadas al cambio climático han permitido restablecer un equilibrio hacia la nueva normalidad. «Cualquier infraestructura de la ciudad debe pensarse desde la perspectiva climática, no como resistencia, sino como adaptación. La verdad es que durante décadas hemos jugado mucho con el agua,sin respetarla», reflexiona desde el aeropuerto, mientras espera un avión que le traiga de vuelta a Mallorca. Una cuestión vital que, por desgracia, este miércoles se ha demostrado como afecta al Mediterráneo y tiene un alto coste de vidas humanas.