Joan Bernat durante el juicio en Palma. | Ultima Hora

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Joan Bernat Palou, de 50 años de edad, mató a puñaladas en 2013 a su exmujer, Margalida Perelló Tous, de la misma edad, y después se intentó suicidar. El crimen convulsionó Artà, donde ambos eran muy conocidos. El comerciante fue condenado a veinte años de cárcel, pero murió en 2019 en el hospital de Son Espases, a donde había sido evacuado tras sufrir un infarto. Esta es la crónica de un crimen de violencia machista que conmocionó a toda Mallorca.

La víctima y el agresor se habían separado hacía algunos años y, en apariencia, mantenían una relación cordial. Tenían dos hijos: uno de siete años y otro que estudiaba en Canarias. Margalida había rehecho su vida y él también tenía novia. Pasadas las nueve de la mañana, Joan –apodado de Can Pantalí– se presentó en la casa de ella, en la calle Bellpuig, número 5. Margalida le abrió la puerta en zapatillas y batín. Acababa de dejar a su hijo pequeño en el colegio, ubicado muy cerca del domicilio familiar.

En el rellano se inició una discusión y a continuación Joan blandió un gran cuchillo de unos 30 centímetros y la apuñaló de forma repetida. En el pecho, la pierna y el costado. Un total de 16 heridas incisas. La mujer quedó tendida en medio de un gran charco de sangre y el agresor subió al piso superior y allí atrancó la puerta. Acto seguido, se apuñaló en el estómago, hasta sacarse las vísceras.

La Policía Judicial de la Guardia Civil investigando el crimen.

Los vecinos que habían oído gritos llamaron a la policía y los primeros agentes que llegaron se encontraron con un panorama dantesco. La mujer estaba destrozada, cosida a puñaladas, aunque todavía respiraba, y el sospechoso se encontraba arriba, encerrado en un cuarto. La Guardia Civil del cuartel de Artà tiró la puerta abajo y descubrió a Joan agonizando.

Los dos fueron evacuados en ambulancia al hospital de Manacor, ella al borde de la muerte y él en estado muy grave. Margalida Perelló falleció poco después. Trabajaba en una cordelería de la calle Ciutat, en Artà. Joan también había regentado la conocidísima cordelería palmesana de Ca la Seu, junto a la plaza Major. La mujer nunca lo había denunciado por malos tratos.

Tras el brutal crimen, y una vez recuperado de sus lesiones, el asesino confeso ingresó en la cárcel de Palma y en 2016 se sentó en el banquillo de los acusados. Ante el juez y el jurado popular aseguró que «nunca» se le «había ocurrido agredirla, ni matarla» y que su intención el día en que acabó con su vida era suicidarse, pero cuando fue a verla «la discusión subió de tono», perdió la cabeza y la acuchilló.

El homicida relató ante el tribunal que en la mañana del 1 de febrero de 2013, antes de cumplir su propósito de estampar su coche contra un muro para quitarse la vida, acudió al domicilio de su exesposa a entregarle un recibo y pedirle que tratase de llevarse bien con su madre, además de a devolverle un punzón que le había prestado y un cuchillo que le había pedido «para trinchar carne».

Margalida Perelló Tous tenía 50 años y era muy apreciada y querida en Artà.

El acusado, que había dejado una nota de suicidio para su hijo mayor, explicó que anunció a su expareja su propósito de matarse y que recordaba que habían discutido, pero negó cualquier recuerdo de cómo acuchilló y clavó el punzón en 16 ocasiones a la mujer y cómo se autolesionó después para suicidarse.

Joan Bernat Palou contó que esperó a que el hijo menor de los dos que había tenido con su víctima, que entonces tenía 6 años, saliese de la vivienda y entrase al colegio para verle por última vez antes de matarse y para evitar que presenciara una discusión con su madre.

El motivo de la disputa verbal, indicó, eran las diferencias entre su exesposa, que se había quedado al frente del negocio que él heredó de su familia como hijo único, y su madre, que encontraba injusto que la mujer regentase la tienda y habitase la vivienda que había compartido con el acusado.

El acusado, en el banquillo de los acusados.

«Ya que yo me iba a suicidar, intentaba que se llevase bien con mi madre (...) para que no perdiese la relación con su nieto», manifestó el hombre, que se sentía «en medio de dos fuegos». Cuando el magistrado que presidía el juicio, Diego Gómez Reino, le preguntó por qué estaba tan deprimido si tenía trabajo, buena relación con su exmujer y podía ver a sus hijos, el acusado insistió en que se sentía solo y admitió que no sabía cómo llegó a estar tan «desesperanzado».

Pero la fiscal del caso, Raquel Solano, aseguró que existían pruebas suficientes para demostrar que Joan Bernat Palou había actuado de forma premeditada por animadversión contra su exmujer, una tesis que defendió también en el juicio la acusación particular, que representaba a la familia de la víctima, y la acusación popular, en nombre del Govern Balear.

Finalmente, el acusado fue condenado a 20 años de cárcel. Llevaba tres entre rejas cuando se sintió indispuesto y se desvaneció. Los médicos le diagnosticaron un infarto y lo evacuaron a Son Espases, donde murió poco después. Tenía 56 años.