Fátima Almirón ante su bar en Aldaia, reconvertido temporalmente en un punto de recogida para los vecinos. | Alba González

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Fátima Almirón sonríe aunque por dentro llora. Se sabe porque en el fondo de sus ojos hay un brillo a punto de desbordarse. Como los torrentes de Valencia. Es paraguaya pero vive en Aldaia, uno de los municipios afectados por la DANA, desde hace veinticinco años. «Estamos muy mal, destrozados, tristes, pero hay que salir de esta», dice convencida.

Su bar, popular en el barrio, ya no es un bar; sino una especie de supermercado gratuito que ha puesto a disposición de los vecinos. «Yo tenía mi cervecería y lastimosamente todo se ha ido a la basura, me he quedado sin nada y al hablar con una amiga sobre cuánto tardaría en ponerlo en marcha, me dijo que venía mucho material humanitario y decidió cederlo para guardarlo», cuenta. Dicho y hecho.

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Con la ayuda de los voluntarios mallorquines y varios vecinos de Aldaia, se han categorizado todos los productos y así es más fácil que los vecinos acudan para recoger comida o productos de limpieza; aunque a cada día llegan más cosas y ya se puede encontrar una gran variedad. Al menos, lo básico para estos días tan complicados que viven los habitantes de este núcleo.

Sabe que su local tardará meses en ponerse en marcha de nuevo y por ello lo ha cedido el tiempo que haga falta a su barrio. Lo hace con todo su buen hacer. «Mucha gente ha perdido a su familia, algunos aún no han encontrado a sus seres queridos, si así se puede echar una mano, aquí estamos», dice.

El pequeño punto de recogida se encuentra en la Avenida de la Concordia, de Aldaia. Fátima hace un pequeño llamamiento porque le preocupa que en un mes, «ya no tengamos el apoyo de nadie»; por lo que pide al mundo que no se les olvide.