¿Quién mató en un oscuro callejón de s'Arenal a José Cano, el 'andaluz cachondo'?

En 1982 un hombre de 53 años que residía en el centro de Es Puig des Bous, en Son Anglada, recibió seis puñaladas mortales

Imagen de los años ochenta en el Puig des Bous, cuando José Cano residía allí.

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"Era jovial y muy simpático, un andaluz de esos cachondos, que siempre están de broma". Los compañeros del centro de beneficencia del Puig des Bous, en Son Anglada, recordaban en 1982 de esta manera a José Cano Hidalgo, un hombre de 53 años que apareció cosido a puñaladas en un oscuro callejón de s'Arenal. Esta es la crónica de un crimen en el que los investigadores se toparon con muchas dificultades y con un gran enigma: ¿Qué hacía la víctima en la playa de Palma esa noche de marzo?

A principios de ese mes, un domingo, José dejó la residencia donde dormía y se marchó con destino desconocido. No era algo extraño en él. De hecho, cuando cobraba su pensión se solía ir a Montuïri, donde tenía amigos porque había trabajado allí muchos años. También bajaba a Palma y visitaba a conocidos en el centro de la capital. Sin embargo, nunca nadie escuchó que les hablara de la calle Trasimeno.

Precisamente en esa avenida, de noche, dos vecinas escucharon una serie de gritos y pensaron que se trataba de un borracho. Algo muy habitual en la zona. No le dieron importancia, pero poco después hallaron a un varón tendido en el suelo, agonizando. Un desconocido le había propinado seis puñaladas: dos en el corazón, dos en el hígado y otras dos en el bajo abdomen.

La policía distribuyó una fotografía del hombre asesinado para reconstruir sus últimas horas.

La Guardia Civil pidió ayuda a una ambulancia de la Cruz Roja, que lo trasladó a toda prisa hasta el hospital de Son Dureta. El estado del hombre era crítico y se debatía entre la vida y la muerte. Cuando los médicos corrieron a auxiliarlo ya había fallecido y no se pudo hacer nada por él.

El caso pasó a manos del mítico Grupo Cuarto de la Jefatura de Policía, que comenzó a peinar la playa de Palma para reconstruir las últimas horas de José Cano. Se sabía que casi siempre llevaba encima una navaja, pero no era una persona violenta: "Sólo se la vimos usar para podar pinos jóvenes, no hacía ostentación de ella", consta en los archivos policiales que declararon sus conocidos.

Los agentes descubrieron lo que había estado haciendo hasta las cuatro de la tarde, pero después se le perdía la pista y no hubo forma de aclarar qué hacía en aquel oscuro callejón sin salida: "Era como si le hubieran tendido una trampa, ya que se trataba del lugar idóneo: lejos del bullicio de la primera línea y de noche, en un tramo sin luces", explicó un vecino de Trasimeno.

Además de pernoctar en el centro del Puig des Bous, que por aquel entonces acogía a personas con pocos recursos y problemas con el alcohol, José Cano realizaba trabajos voluntarios en el Castell de Bellver. Esa pista también fue rastreada, con idéntico resultado.

El lunes, la hija de la víctima llamó al centro de beneficencia y le comunicaron que no se había presentado. En el albergue todavía no sabían que el hombre que el domingo había sido atacado mortalmente en s'Arenal era José, 'el andaluz cachondo', como era conocido en Son Anglada. Poco después, la mujer volvió a llamar muy alterada: "¡Han matado a mi padre!".

El caso de José Cano se cerró sin descubrir realmente qué había pasado en ese oscuro callejón de s'Arenal. Y si eran uno o varios los atacantes que le emboscaron. Las puñaladas que le asestaron eran mortales de necesidad, así que el autor quería acabar con su vida. Ahora, 43 años después, nadie puede responder a las dos preguntas que atormentaron a los investigadores: ¿Qué hacía José tan lejos de Son Anglada? ¿Con quién se vio en aquel tenebroso pasadizo?