Ese sería el móvil del asesinato, según ha desvelado el programa Código 10 y ha confirmado Raúl Montaño, el abogado de la familia de la víctima, una educadora social de 35 años y natural de Castuera. María Belén llevaba poco tiempo trabajando en esta vivienda, un chalé situado en el número 3 de la calle Castillo de Benquerencia, en la Urbanización Guadiana de Badajoz. Allí residían cuatro menores: los tres presuntos asesinos y otro joven de 17 años, que fue el que dio la voz de alarma.
Una cerradura especial
María Belén llegó al piso tutelado pasadas las ocho de la tarde del domingo para cubrir el turno de noche. La educadora esperó a que todos los menores entrasen en la vivienda, ya que disfrutan de una relativa libertad y pueden salir unas horas. Cumpliendo con el protocolo, sobre las 22.30 horas cerró la puerta principal con llave. Las puertas y ventanas de este tipo de viviendas cuentan con una cerradura especial para evitar que los internos puedan abrirlas.
La educadora guardó la llave y entró en su despacho. En ese momento, los tres menores trataron de fugarse de la vivienda. No era la primera vez que lo hacían. Los dos chicos, de 14 y 15 años, ya se habían escapado el sábado 1 de marzo, una semana antes de cometer el crimen. Sin embargo, la Policía Nacional los localizó siete días después en Villafranca de los Barros y fueron devueltos al piso tutelado.
La noche del domingo 9 de marzo trataron de repetir la hazaña, pero había un impedimento: la puerta ya estaba cerrada y la llave la tenía María Belén. Los adolescentes fueron hasta su despacho para pedírsela, pero la educadora social se negó. Entonces, la golpearon, la estrangularon —posiblemente con un cinturón— y le quitaron la llave, según han contado fuentes policiales a Código 10. Sin embargo, la mujer no estaba muerta y pidió auxilios. Los tres jóvenes volvieron de nuevo al despacho y la estrangularon hasta en dos ocasiones más hasta acabar con su vida.
Un testigo presenció todo el crimen
El cuarto menor que residía en el piso tutelado, un joven de 17 años, presenció parte del crimen. Sus compañeros le quitaron el móvil y no podía salir de la vivienda porque la puerta estaba cerrada, por lo que no tenía forma de avisar de lo que estaba ocurriendo en el interior de la misma. Durante la agresión, escuchó como María Belén pedía auxilio. Además, presenció como la estrangulaban hasta en tres ocasiones.
En el momento en el que los tres menores abrieron la puerta del chalé y se fugaron con el coche de la educadora social, el cuarto joven aprovechó para salir corriendo hasta otro piso tutelado que se encuentra en la misma calle. Allí, le contó al cuidador lo que había ocurrido y este alertó a la Policía Nacional. Cuando los agentes llegaron a la escena del crimen, no pudieron hacer nada por salvar la vida de María Belén.
1 comentario
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Si a estas edades hacen esto no sé de qué serán capaces en diez años más. Se necesitan reformas urgentes de la ley del menor, cometiendo este tipo de burradas se merecen ser juzgados como un adulto.