La noche en la que el fotógrafo Manuel Díaz fue asesinado a tiros con un rifle en Son Oliver

El varón, de 49 años, recibió cuatro disparos a quemarropa en un chalet en construcción. Su pareja, una viuda alemana, fue detenida aquella misma noche

El chalet donde se produjo el asesinato y en el recuadro, una imagen de Manuel Díaz.

TW
1

En la urbanización de Son Oliver, junto a s'Aranjassa, entre los términos municipales de Palma y de Llucmajor, se registró en marzo de 1982 un crimen que sobrecogió a los vecinos. Un conocido fotógrafo llamado Manuel Díaz Larios, de 49 años, fue asesinado a tiros con un rifle Winchester. Esta es la crónica de una muerte violenta cuya autoría estuvo clara desde el primer momento, a pesar de que la sospechosa negó inicialmente su participación.

El miércoles 17 de marzo, a las 18.45 horas, una viuda alemana llamada Inka Margitta Neumann, de 34 años, se presentó muy alterada en la casa de su vecina: "He matado a Manuel", confesó. Acto seguido, esperó a que la policía y el juez llegaran al escenario del crimen. Luego, la mujer cambió su versión: "No me he expresado bien porque no hablo bien el castellano. Quería decir que han matado a Manuel".

El cadáver del fotógrafo, que también había ejercido de taxista, fue hallado en el salón, tendido en el suelo y en medio de un gran charco de sangre. Le habían disparado a pocos metros de distancia, casi a quemarropa, con un Winchester calibre 22 largo, dotado de un visor de precisión. Todo indicaba que el varón había sido sorprendido cuando salía del baño y que no había podido escapar.

Manuel Díaz Larios era fotógrafo y taxista.

El chalet en construcción quedó precintado y el cuerpo sin vida fue trasladado al instituto anatómico forense, para que le practicaran la autopsia. Mientras tanto, la mujer quedó detenida a la espera de que se aclarara todo. La vecina insistía en que se había autoinculpado, de forma espontánea, pero su repentino cambio de versión había descolocado a los inspectores.

Mientras tanto, la policía comenzó las pesquisas y descubrió que Manuel había trabajado muchos años en 'El toro bravo', un local muy frecuentado por turistas de s'Arenal. Se había separado de su mujer, con la que había vivido en un piso de la calle Reyes Católicos, en Palma, y después convivió con una inglesa. Desde 1980 salía con la alemana Inka, que había quedado viuda después de que su marido sufriera una peritonitis.

Otro detalle que averiguaron los agentes es que las peleas de la pareja eran continuas. El cerco, pues, se fue estrechando y finalmente Inka confesó lo que en realidad había ocurrido en el chalet en construcción de Son Oliver. Esa tarde noche, los dos habían vuelto a discutir, lo que ya se había convertido en algo habitual. Sin embargo, ella enloqueció y cogió una carabina de la casa.

Inka Margitta Neumann, de 34 años, acabó confesando el crimen del chalet de Son Oliver.

Los cuatro tiros los ejecutó casi a bocajarro y el fotógrafo sufrió lesiones de tal gravedad que comenzó a perder sangre y después falleció, en el salón de la casa. La acusada ingresó en la prisión de Palma y luego fue condenada.

El caso fue muy comentado en la época y entre los vecinos de s'Aranjassa no se habló de otra cosa durante muchos días. Los periodistas que acudieron a aquella urbanización se encontraron con la misma respuesta: "Era una pareja que discutía muy a menudo, pero nadie se esperaba una salvajada como esta. Estamos en schok".