El acusado de llamar corrupto al alcalde de Sencelles es un cirujano que agrandaba penes en Miami

El hombre, de 68 años, se enfrenta a una multa de 1.800 euros por injurias graves a Joan Carles Verd

Richard Samitier Cardet, este miércoles en un juzgado de Vía Alemania. | Juan P. Martínez

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El hombre acusado de llamar corrupto al alcalde de Sencelles es un cirujano plástico que en la década de los 80 y 90 se dedicaba a agrandar penes en Miami. El doctor se enfrenta a una petición fiscal de multa de 1.800 euros por injurias graves a Joan Carles Verd y al pago de una indemnización de 2.000 al primer edil de la localidad.

Richard Samitier Cardet, de 68 años, tuvo gran repercusión cuando trabajó como cirujano plástico en Miami a principios de los 90. El hombre se hizo famoso por su procedimiento para alargar el pene mediante inyecciones de grasa. Samitier extraía grasa del abdomen o de otra zona mediante una liposucción y la inyectaba en el cuerpo del pene.

El doctor aseguró, según publicó el diario The Seattle Times, que 130 hombres se habían sometido a su innovador técnica. «Cualquier cosa nueva recibe críticas», dijo. «Es segura».

El estado lo suspendió tras acusarlo de no mantener registros médicos, explotar a pacientes para obtener beneficios económicos, prescribir medicamentos de forma inapropiada y ofrecer tratamientos que exceden su competencia. «Es una caza de brujas», declaró el cirujano. «Mis competidores médicos están celosos porque me va de maravilla, porque soy un pionero. Inventé el primer procedimiento cosmético para el pene, y a muchos médicos no les gusta», añadió.

La Junta Estatal de Medicina revocó su licencia en 1994 por negligencia grave y mala praxis que provocaron la muerte de uno de sus pacientes y malos resultados en otros. El cirujano, según el diario Tampa Bay Times, consideró que estaba siendo perseguido por su trabajo «poco ortodoxo e innovador» sobre los genitales masculinos.

«Gracias a mí, miles de hombres que sufren en silencio, quizás toda su vida, ahora pueden ser tratados con el procedimiento que inventé», escribió Samitier en una carta dirigida a la junta. «Por eso nunca me disculparé».