La última madrugada de copas del joven Stephen, el turista asesinado en la Playa de Palma

Los hechos tuvieron lugar en la Playa de Palma, cerca del Hotel Ondina.

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El viernes 10 de septiembre de 1982, a las cuatro de la madrugada, se cruzaron dos grupos en la Playa de Palma. En unos, camareros españoles que volvían de trabajar; en el otro, un grupo de turistas ingleses bebidos. El choque se saldó con un británico en estado crítico tras recibir dos puñaladas. Al día siguiente, falleció en el hospital de Son Dureta. Esta es la crónica de la muerte de Stephen Francis Boylan, un veraneante de 18 años. Y de un homicidio que nadie pudo explicar.

Aquel verano que languidecía había sido pródigo en altercados con grupos de ingleses bebidos. Algunos policías achacaron ese violenta inusitada a la guerra de las Malvinas, que había finalizado poco antes y que predispuso a algunos británicos contra españoles y sudamericanos.

Sea como fuere, esa madrugada los dos grupos se cruzaron y Stephen, por un lado, y el español Rafael G.M., por otro, llegaron a las manos. Algunas fuentes apuntaron a que el extranjero estaba violento a causa del alcohol consumido y su rival, que tenía 17 años, esgrimió un cuchillo de cocina de veinte centímetros de hoja.

Todo ocurrió con rapidez y dos puñaladas fulminaron a Stephen, que se desplomó en la acera, en una zona de escasa iluminación. Una de las cuchilladas le había penetrado en el hígado y la otra en el estómago. Tenía la aorta y la sección hepática seccionadas. Los testigos, alarmados, introdujeron al herido en el hotel Ondina, mientras el joven se debatía entre la vida y la muerte.

La Policía Nacional envió a la Playa de Palma a sus patrullas disponibles, temiendo que se tratara de una batalla campal y fueran necesarios refuerzos, pero se encontró a Rafael, el joven camarero español, muy abatido por lo ocurrido. No ofreció resistencia y fue detenido allí mismo. Otro compañero suyo, Darío P.A., de 26 años, también fue arrestado.

El arma fue localizada en la calle. Una ambulancia evacuó a la víctima hasta el hospital de Son Dureta, donde llegó con vida aunque en estado crítico. Había perdido mucha sangre y los médicos lo operaron de urgencia para intentar detener la hemorragia. A la mañana siguiente, sin embargo, falleció. Y su muerte pasó a convertirse en un homicidio.

Los testigos sostuvieron que el joven español había sido provocado previamente por el inglés, que se mofó de él, pero nadie se explicó cómo Rafael tuvo una reacción tan desproporcionada y le asestó las dos puñaladas mortales. La prensa británica denunció el peligro que suponía la Playa de palma y la mallorquina, por su parte, recordó que grupos de ingleses habían protagonizado ese verano infinidad de incidentes.

Sea como fuere, la realidad fue que esa madrugada del 10 de septiembre de 1982 fue la última para Stephen, el joven que había llegado a Mallorca para pasar unas desenfrenadas vacaciones con sus amigos y regresó a su ciudad en un ataúd.