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El Falcao Uno, construido en el año 1965 por encargo de la familia real belga, es un yate único que su armador, Carlos Samblas, encontró en Sevilla y trajo a Mallorca para restaurarlo con mimo, ofrecerlo como actividad complementaria de lujo, porque lo es, asociado a los propietarios del Hotel Portitxol, Mikael Landstrom y también para participar en las actividades que ayudan a la salvación del Mediterráneo colaborando con la Fundación Reina Sofía y el Centro de Rescate de la Fundación Palma Aquarium.

Con 26 metros de eslora total y un diseño clásico, el Falcao Uno aloja hasta 65 personas a bordo, excluyendo tripulación. Su lujosa construcción y diseño se nota, es un yate clásico que no hace más que darnos alegrías. La primera; la jornada que pasamos en compañía de Joana Caparrós, a la que ven posando con doña Sofía y sus familia el día que Su Majestad quiso acompañar a Carlos atendiendo a su invitación, pues no era un acto oficial de su agenda como miembro de la Casa Real, para devolver al mar las tortugas que han sido salvadas de la muerte gracias al trabajo incansable de personas como él, los miembros de Palma Aquarium y otros voluntarios como la misma doña Sofía, que ya era ecologista cuando yo y muchos de los que nos leen ni habían nacido. El amor de la Reina por los animales y las personas, por el medio ambiente, está más que acreditado, no es una pose, es una actitud que demuestra en cada uno de sus actos desde hace muchos años, así que se la vio relajada y feliz de poder participar en este acto bellísimo y lleno de significado que pocas veces ha querido perderse. ¡Que pueda hacerlo muchos años más!

Otro de los días pudimos disfrutar del Falcao Uno y de su tripulación: Anthi Stefani, Jonatan Granados y Marina Moreno, que contaron con la ayuda de un experto Alvaro Sanz Mercer, y donde se nos sirvió un magnífico almuerzo de Es Brouet. Todo lo organizó la maravillosa Paula Fuster Taronjí, y fue inolvidable. Si pueden disfrutar de la experiencia háganlo, porque es única, como única es esta Isla que comienza su gran mes, a ver cómo lo acabamos.

Por cierto, entre los invitados, además de Joana Caparrós y su familia también estaba Antonio Luis Sevilla, hijo de Silvia Ribas Vives y sobrino de Isabel Ribas Vives, las propietarias de Son Marroig y de Miramar, que es donde pasa el verano con su familia, recordando al archiduque Luis Salvador, que les legó estas joyas a través de su secretario. Toni y su hija, Luisa Ribas Navajas, hablaban del compromiso de la familia con el medio ambiente, de lo que les gusta que la gente pasee por el camino que lleva a la Foradada, parte de su propiedad, y de lo despiadada que a veces es la misma gente con el entorno, sean plantas o animales. Por eso no dejan bajar coches y vigilan que se cumplan las normas, porque en ocasiones los que más critican son los que menos hacen. ¡Qué vértigo, es septiembre!