Don Felipe y doña Letizia se unieron a la fiesta callejera en Cádiz. | efe

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Que un solo gesto baste para levantar una leyenda lo sabemos desde que se escribe la historia. La imagen maravillosa de los Reyes de España, elegantísimos los dos por cierto, introduciéndose en un mar de cajones sonando gracias a las palmas sincronizadas de una cajoneada nos ha mostrado al Rey cercano que muchos no quieren ver. No es populista y, sin embargo es, cada vez más popular.
Cuando la reina Letizia, impecable con un vestido de flecos españolísimos que saltaban desde los hombros, oscuros como la cercana Semana Santa, vio después de sentarse cómo su marido hacía lo mismo pero empezaba a cajonear con un ritmo perfecto y una felicidad en lo ojos nunca vista en un acto público de estas características.

Y ahí sentada en lo alto de un cajón rodeados de amigos dispuestos a darlo todo en la plaza del Teatro Falla, en Cádiz. Cuando llegaron sonó el ali alió alió y eso fue antes de entrar en el concierto de después, el de flamenco al que también acudieron los reyes Felipe, ya cajonero oficial y real, y Letizia fan. Sonaron muchos vivas al Rey, y más que sonarán como sepan resolverse como lo están haciendo en los últimos meses. No soy de protocolo, ni de la Casa Real, ni cercano para opinar que lo que parece espontáneo y resulta mágico siempre será válido, más en una familia donde los actos pomposos no se usan.

La tradición de ver a la reina Sofía en la Catedral este lunes en el concierto de Semana Santa da solidez al inicio de las fiestas más íntimas del año. Doña Sofía y su familia este año están de luto por la aún reciente muerte del rey Constantino de Grecia. El hermano de vida inesperadamente dura, el tío de los veranos en Marivent y de tantas tardes en Zarzuela buscando un futuro que ha llegado con la muerte en su tierra, con su funeral en la que de siempre fue su catedral, pues ahí fue bautizado, exaltado y casado con Ana María de Dinamarca.

Se han juntado muchas penas en pocas semanas pero esperemos que la música celestial que escucharemos mañana en la Seu, y el ritmo de la rumba Ali ali los mantengan arriba, fuertes como rocas y al pie del deber. «¡Tenemos al primer rey cajonero!», suena fenomenal y se lo dijo el percusionista Guillermo García, El Guille, al monarca, en cara. Casi nada.