En esta ocasión en Valencia, el gran Pedro Sandoval, presidente del Grupo pro Arte y Cultura, lucía un singular lazo al cuello, como de romántico decimonónico, con un precioso escarabajo de brillantes o zirconitas maravilloso. Mayte lucía un vestido azul marino de Carlos Arturo Zapata, el genio colombiano que vistió a las más grandes. Y sigue haciéndolo. Paloma Cuevas brilló más que nunca en la tierra de su exmarido, el torero Enrique Ponce.
Mayte siempre consigue que los personajes de máxima actualidad estén presentes y en esta ocasión ha vuelto a demostrar su enorme poder de convocatoria. Según escribe Julia Sáez Angulo en su crónica sobre la entrega de las Medallas de Oro, la belleza, la estética, la elegancia… nos regeneran en el vivir. la princesa Beatriz de Orleans, del diseñador Santiago Vandrés, del que dice que le «encanta»; el dorado de Paula López como de Campanilla, la novia de Peter Pan; Alicia Navarro, María Porto, Helena de la Peña –siempre ideal–, Charo Marín, Rocío Barreiros, marquesa de Vívola, Belén, condesa de Limburg-Stirum, lucían de lo más elegantes, al igual que Manuela Picó o Nati Cañada, blanca y radiante como es su costumbre.
Astrid Misrahi deslumbró. Adriana Zapisek también, de Carolina Herrera. Paula Fuster Taronjí, nuestra mallorquina fotógrafa, lucía modelo de Nati Jiménez. Bien por ella. El cuadro que aparecía en el estrado del evento es obra de José M. Fayos, que no faltó. Cena, exquisita: infinitos aperitivos de todas las texturas y sabores, un pescado con guarnición y un postre dulce para acabar optimistas, como hacen los ingleses. Felicidades a los premiados.
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