Los novios tras la ceremonia. | FilmLove

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Tomeu Catalá, fue el encargado de oficiar en su parroquia de Santa Maria de Puigpunyent la boda más privada e íntima, también la real, de Bea Gimeno y Nacho Aragón. Fue el pasado jueves aunque el resto de invitados que no pudieron acudir a la ceremonia de Puigpunyent pudieron participar de otra ceremonia, una misa de acción de gracias, en medio del campo, en plena naturaleza, con los pies sobre la tierra seca del verano mallorquín y como decorado los colores que tiñen de rojos y azulados el ocaso de la Isla, Bea y Nacho se habían conocido casualmente en un bar, y desde entonces hasta hoy, ya marido y mujer disfruta de un merecido viaje de novios en las Maldivas. Fue una boda cuidada hasta el más mínimo detalle, y de ello se encargó nuestra querida Lluïsa Lull, la ‘wedding planing’ más exigente que vive cada acontecimiento como si se tratara de una experiencia nueva. La fiesta de boda comenzó mientras la novia se vestía. Para los previos, es decir peluquería y maquillaje, la novia usó un precioso pijama de Namur Collection.

Le maquilló el equipo de NARS que la hizo sentir como una princesa, según relató Bea en el blog ‘Casilda se casa’. «Gracias a ellos he conocido a una persona increíble, que no sólo se encargó de hacerme sentir como una princesa el día de la boda, sino que también fue calma en esos momentos previos de nervios. María Nebrera». La maquilló en tonos suaves, tierra, como la que iba a sostenerla durante la fiesta. Se adornó con unos pendientes y collar de la firma Leandra que usó en los dos vestido que lució. El primero de ellos, de novia, es obra de Claudia Llagostera, y va acompañado de un velo prestado por los anticuarios de Antigüedades. Me encanta. Una joya que maravillo a todos. Nacho se hizo el traje y la camisa con Manuel Molina, fundador de Camisas Manolo y en vez de zapatos usó alpargatas de Diplomatic. «El ramo lo eligió con sus sobrinas unos días antes de la celebración en la La Rosaleda, donde Pilar ayudó con todo, quedó precioso, y además con el toque que las niñas más jóvenes de la familia quisieron darle hizo que su simbolismo fuera mayor. Había mucha emoción contenida antes de que diera comienzo la ceremonia, en pleno campo mallorquín, rojizo y a la espera.

El novio apareció muy emocionado del brazo de su madre y madrina Aruca Fernandez-Vega, maravillosa en unas dos piezas color caldero. Pisaron viejos estores para que el paso fuera mas firme sobre las piedras centenarias que marcaba el espacio. Los invitados, la mayoría de hombres en blanco no pudieron reprimir su emoción, sentimiento que aumentó cuando apareció la novia del brazo de su padre y padrino. La escena era un sueño muy real amenizado por la suave brisa del atardecer. A la novia la precedían sus pajes, sus sobrinos, vestidos de Teresa y Letizia, estampados con unos delfines, de la marca de Nacho, Neutrale. Tras la intervención de Tomeu Català llego el turno de las personas especiales que los novios habían elegido para que pronunciaran unas palabras. Ahí llegaron las lágrimas de emoción y felicidad plena.

Nada habría sido igual sin la experiencia de nuestra quería Lluïsa Llull, que volvió a trabajar mano a mano con Macarena de Castro, encargada de elaborar un magnifico menú. El Jardín de Maca sirvió un largo aperitivo con estaciones y como plato principal, servido en el comedor, no faltaron los ya tradicionales huevos fritos con bogavante. Durante el postre se hizo un brindis familiar muy divertido, al que tras las delicias dulces, siguió el baile, amenizado por el DJ Adri Lozano. Fue entonces cuando la novia se cambió y apareció vestida con unas dos piezas de Jacquemus, y unas converse que personalizó su prima Maca, que es una artista. Fue una boda feliz que augura un matrimonio muy feliz, un regalo para todos. Felicidades a las dos familias.