Los novios se sientan el uno al lado del otro para unirse en matrimonio. | M. CLADERA

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Se ha celebrado en Palma una boda hindú, quizás la primera con este ritual. Los contrayentes eran Gurbkhsh Singh y Harmeet Kaur, que llevan cuatro y cinco años residiendo en Mallorca. La boda se celebró en el templo hindú de esta ciudad, que se encuentra en una travesía de la calle General Riera.

El amor para los hindúes es uno de los temas a los que profesan mayor respeto, y la unión de un hombre y una mujer llega a ser un momento tan sublime como sacro. El matrimonio es la unión que representa la Samshara (confianza sagrada), y se llama a la boda Anand Karaj (dichoso acontecimiento). El novio llega al templo con la cara tapada y el sacerdote, en este caso Bhai Paramjit Singh, responsable del templo de Palma, inicia la ceremonia destapando la cara al novio.

Los contrayentes se sientan uno al lado del otro frente al Guru Granth (el texto más sagrado de los sijs), no sin antes hacer una reverencia a éste ante todos los invitados, que permanecen sentados en el suelo con las piernas cruzadas. Todos llevan turbante, tanto hombres como mujeres, y van descalzos. Las mujeres y niños en una parte y los hombres en otra. Luego, el oficiante de la ceremonia imparte una serie de consejos a la pareja, recordándoles la naturaleza de su unión, la cual va más allá de un simple contrato, siendo más bien una unión espiritual y para toda la vida. Entre los sijs el divorcio no existe.

Luego la pareja da cuatro vueltas al libro sagrado mientras los músicos (ragis) cantan los cuatro himnos nupciales de Lavan, que representan las cuatro etapas del amor. Finalizó la ceremonia cuando los oficiantes, Bhai Paramjit Singh, Gurpreet Singh y Inderjot Singh, distribuyeron un alimento sagrado a todos los presentes. Seguidamente los novios, sentados en el suelo y frente al libro sagrado, recibieron regalos de los presentes.

Al final, como la mayoría de enlaces nupciales, se celebró una fiesta entre familiares y amigos cercanos a la pareja, y fueron invitados a comer en el recinto adjunto al templo. Se come sentado en el suelo, y sólo se sirvió verdura y té, ya que los sij no pueden comer ni carne, ni pescado, ni huevos.