Ana Martínez, Antonia Serra, Tomeu Quetglas, Margalida Salas, Àngela Ferrer, Xisco Vives, Nagore Sastre y Sergio Resino con los pequeños Alba, Miryam, Joan Marc, Maria del Mar, Jaume, Mar, Ane, Toni, Andreu, Joel y Sergi. | Curro Viera
Artà se convirtió en la víspera de Sant Antoni en una verdadera marea de camisas blancas y pañuelos rojos, el atuendo obligado para participar de una de las fiestas más arraigadas y participativas de la localidad. Desde muy temprano ese día se vivió la fiesta en las calles. A las nueve de la mañana ya bailaban los dimonis Mosca y Ferriol en la plaza del Conqueridor. Otro elemento importante en Artà es la casa del trui, que en esta ocasión fue la del obrer Joan Servera. Desde ahí todo un recorrido festivo con los dimonis protagonizando la fiesta, animando a cualquiera con quien se cruzaban a ser partícipe de la celebración. Por la tarde las tradicionales Completes fueron la actividad central, en una iglesia abarrotada, que un año más se quedó pequeña para una de las fiestas grandes de Artà.
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