Los clientes habituales y amigos de Paco Berga y su hija Cuca que asistieron, eso sí un poco más abrigados de lo habitual en estas fechas posponiendo el estreno de los modelos veraniegos, se encontraron agradables sorpresas como un caricaturista y un fotomatón con los que hacerse divertidos retratos, y los más puntuales pudieron disfrutar del juego de colores de la atractiva puesta de sol que ofreció el Puig Ros, ese día entre nubes pero no por ello menos espectacular.
Se sirvió una variada cena a base de finger food y vinos de la bodega Can Feliu, alguno de ellos premiado recientemente, alrededor de la piscina. Y como es lógico, al ritmo de la música y entre copas, la fiesta se alargó hasta entrada la madrugada.
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