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Tras la cena a las autoridades civiles y militares de Balears, celebrada en La Almudaina, la reina Sofía y su hermana, la princesa Irene de Grecia se quedaron solas en el Palacio de Marivent. Han llevado una vida muy discreta, tanto que a doña Sofía, salvo en dos actos oficiales, uno en Menorca para apoyar la candidatura de Menorca talaiòtica como Patrimonio de la Humanidad y otro en Palma, apoyando a Cáritas, no se la había vuelto a ver.

Pero desde el domingo, no están solas. Por una parte, han llegado la infanta Elena con sus dos hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, y por otra, la princesa Tatiana de Razwill y su esposo, el doctor Froucheau, invitados a palacio desde hace años cuando el mes de agosto toma la recta final.

Si el lunes la Reina, la infanta Elena y sus hijos estuvieron en Cabrera, a donde llegaron a bordo de la Somni, ayer, la Reina acompañó a su hija, la infanta Elena, y sus dos nietos al Club de Vela Calanova para que se incorporaran a un nuevo curso de vela. Fue una visita fugaz, en la que apenas se dejaron ver, pues tras dejar a los niños, abuela y madre regresaron a Marivent.

A media mañana, la Reina junto a su hermana Irene de Grecia y el matrimonio Froucheau salieron a pasear y realizar algunas compras por el centro de Palma. Tras dejar el coche en el párking de El Corte Inglés, la Reina y sus acompañantes salieron a ver escaparates por Jaime III, ante la sorpresa de turistas y residentes.

A medio camino, doña Sofía vio a tres fotógrafos de prensa tomar imágenes y se mostró molesta, por lo que decidió atajar por uno de los callejones y dirigirse a los grandes almacenes. Durante algo más de hora y media, doña Sofía, aficionada a la lectura, estuvo mirando libros y posteriormente se interesó por algunos relojes, cosméticos, perfumes y otros artículos hasta que decidieron retirarse a Marivent, de donde ya no salieron en todo el día.