Ha sido la maestra de muchos psicólogos y psicoterapeutas de la Isla. Dirige el centro Cor Endins donde han formado especialistas en expresión corporal y psicoterapia. Es la responsable del proyecto de la Botiga Solidaria de la Fundació S'Olivar para ayudar a artesanos de países empobrecidos. Susana Volosín Sexer lleva más de 30 años trabajando en Mallorca de psicóloga y psicoterapeuta. Es la esposa de Joan Carrero, presidente de la Fundació S'Olivar. Le gusta el esmalte al horno sobre metal, pintura (abanicos, camisetas, etc.), viajar... Con tantos años haciendo terapias en Mallorca, es más que probable que se pueda dar un perfil general de cómo somos los que vivimos en esta Isla...
Xisco Busquets.- ¿Cuáles serían los rasgos del carácter que más nos definen?
Susana Volosín.- Creo que son pacíficos, sencillos y dejan vivir, pero también reservados, recelosos de su intimidad y hasta desconfiados.
X.B.- El hecho de haber nacido en una isla, ¿de qué manera afecta al carácter?
S.V.- Viví unos meses en Japón y allí pude constatar unos rasgos comunes con la realidad de Mallorca que atribuyo en cierta medida a la insularidad: la dificultad para expresar los propios sentimientos, para dar la cara, para hablar de frente; la sumisión a las convencionalismos, a los que detentan la autoridad...
X.B.- ¿A qué se debe esto?
S.V.- Quizá se actúe así para no herir, pero también para eludir el conflicto y el rechazo social. Lógicamente se pierde espontaneidad y veracidad.
X.B.- Y pasar de una sociedad agrícola y pobre, a una turística y rica en tan pocos años, ¿tiene algún 'peligro' para la salud psíquica de quién lo padece?
S.V.- Un turismo tan masivo como el que las islas han disfrutado y a la vez sufrido, es casi imposible de absorber sin que provoque un fuerte impacto. Ha sido una invasión seductora, pero sus efectos negativos son innegables.
X.B.- Por ejemplo...
S.V.- La ansiedad desmesurada por lo material (todo tiene un precio). O sea queno sólo ha producido daños ecológicos sino también psicológicos, éticos y espirituales.
X.B.- Hoy en día la falta de tiempo y las prisas se han convertido en el centro de nuestras vidas, ¿Tiene un antídoto?
S.V.- ¿Tiene sentido tragarse los alimentos sin disfrutarlos, sin saborearlos? Quizá el antídoto sea el retorno a la sabiduría. La raíz de este término está relacionada con "sabor". Quizá haya que volver a saborear la vida, empezando por la respiración misma, por el silencio, la espera, la escucha, la contemplación.
X.B.- ¿Qué hacemos, entonces, rechazamos la acción?
“No se trata de rechazar la acción sino la hiperactividad, de armonizar contemplación y acción, de retornar a los ritmos de la naturaleza, de recuperar la sabiduría del cuerpo.â€
X.B.- ¿Cuál es el método que usted utiliza para curar a sus pacientes?
S.V.- Me importa más la singularidad del paciente que un método general. Por mi base psicoanalista trabajo con el significado profundo de la comunicación verbal. Pero, gracias a mi vocación artística, uso los recursos de la danza, la pintura, la poesía y la máscara para facilitar a la personauna diversidad de expresiones. Y el silencio es el lenguaje fundamental para llegar a lo profundo.
X.B.- ¿Todo tiene cura? ¿Hay algo de lo que uno no podrá curarse jamás y deberá irse a la tumba con ello?
S.V.- Más que curar me importa que los síntomas sean una oportunidad vital para que los pacientes encuentren un sentido en sus vidas y se vuelvan más creativos, con más autenticidad, dignidad y compromiso social. Muchas depresiones desaparecen cuando se logra esto. No hay curaciones totales, hay mejoras notables.
X.B.- ¿Cuánto tiempo necesita un paciente para estar curado?
S.V.- Las psicoterapias requieren su tiempo, que dependerá de la orientación de la Escuela y del tipo de paciente. La fragilidad psíquica tan característica de las nuevas patologías me ha conducido a tratamientos largos. La búsqueda ansiosa de terapias cortas tiene que ver con lo que hemos hablado sobre el culto a la rapidez y la "eficacia".
X.B.- ¿Hasta que punto afecta a la vida de una persona lo que ha vivido en su familia durante la infancia?
S.V.- Las vivencias familiares durante la infancia son muy importantes. Hoy se suele resaltar las de la primera infancia. Pero Freud habló de modo genial de las series complementarias: la vida de una persona depende de la mutua influencia de lo congénito, del embarazo y el nacimiento, de las relaciones familiares durante la infancia, del grupo escolar, del grupo de pares y de los acontecimientos cruciales de la vida.
X.B.- Ser la esposa de Juan Carrero supongo que le ha hecho vivir a la sombra de este activista propuesto a Premio Nobel...
S.V.- La vida es un juego ilusorio de luces y sombras. Hace unos años a Juan le tocó el disfrutar en el anonimato de una vida más retirada en plena naturaleza mientras yo tenía más reconocimiento público en lo profesional. Ahora el estar en la sombra es para mí un alivio porque, como ya me pasó a mí y ahora le pasa a él, el ser muy conocido es estar expuesto a idealizaciones, envidias, críticas...
X.B.- ...
S.V.- Es una lástima el que nuestra sociedad se mueva por una búsqueda del triunfo personal, hasta el punto de que se desconfíe por sistema de las motivaciones desinteresadas. Eso aleja totalmente del camino de la verdadera felicidad.
X.B.- ¿Está contenta con su vida? ¿Piensa que tiene sentido todo lo que usted hace?
S.V.- Para mí lo que quedará de la vida es el servicio, el bien hecho, y no el éxito social. El ser fieles a la "vocación", a lo que Gandhi llamaba "la suave voz interior" es lo que nos mueve a Juan y mí.
X.B.- ¿Dónde se conocieron?
S.V.- En la comunidad no violenta de El Arca, durante el año en que yo viví junto a Lanza del Vasto, el discípulo europeo de Gandhi. Allí integré mi origen judío con los ideales cristianos, con la no violencia y con mi afán de servir a los más necesitados. Allí coincidieron nuestros proyectos y nos fuimos a trabajar con los collas del norte argentino al final de 1973.
X.B.- Los psicólogos ayudan a los demás a cambio de dinero. En el cristianismo la ayudas al prójimo debieran ser gratuitas, ¿cómo ha resuelto este dilema?
S.V.- Entiendo que me tenga que hacer esta pregunta, pero denota una mentalidad de cristiandad angelical. ¿Es que Jesús de Nazaret y su padre José, que ejerciendo su profesión de carpintero alimentaron seguramente a una amplia familia, no eran "buenos cristianos"? Mi trabajo es a la vez una profesión y una vocación. Además, trabajando en equipo, nos ha permitido durante casi 40 años ya, llevar a cabo nuestro sueño: acompañar y apoyar a los más desfavorecidos.
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Susana Volosín: «Lo que quedará de la vida es el bien hecho y no el éxito social»
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