Alejandro Casadesús | S. BENNASAR

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Por el modo de fotografiarse -brazos cruzados, piernas arqueadas- más parece un futbolista que un detective, pero lo cierto es que ha recorrido mentalmente todos los caminos del hampa. Alejandro Casadesús (Palma, 1972) se licenció en Filología Anglo-germánica (UAB, 1996) y en Filología Alemana (UB, 2000), y se doctoró en esta última especialidad (UB, 2008). Ha publicado Negra i mallorquina, con el subtítulo de Orígens i evolució de la novel·la policíaca a Mallorca.

Le comento que el título del libro supone toda una declaración de intenciones. Me responde:
Alejandro Casadesús.- No afirmaré que la novela policiaca escrita desde Mallorca o por mallorquines, tenga unas  características propias, pero sí que ya ha aportado suficientes títulos como para que sea estudiada como grupo. Todas las novelas están escritas en catalán. Y, además, la trama suele trascurrir en la Isla. Luego hay otros aspectos más o menos coincidentes. El turismo, la especulación urbanística... En casi todas estas novelas está presente la crítica social, puede que por los cambios de todo tipo que ha experimentado la sociedad en estos últimos años. La ruta dels cangurs, de Guillem Frontera, fue publicada en el ochenta.
Llorenç Capellà.- ¿Es la primera...?
A.C.- De escritor mallorquín, sí. Con bastante anterioridad, en el año sesenta, Manuel de Pedrolo había publicado L'inspector fa tard, en Editorial Moll.
L.C.- En referencia a las características comunes ¿entre un veterano ya fallecido, como Josep Maria Palau i Camps, y un escritor de última generación, como Sebastià Bennàssar, habrá una diferencia substancial en la manera de ver las mismas cosas?
A.C.- Por supuesto. Palau i Camps está muy en la línea de Agatha Christie, y prácticamente deja de lado la crítica social. Como también la elude Carme Riera, en Natura quasi morta. Aunque la novela de Riera ha de enmarcarse en la llamada literatura policíaca de campus.
L.C.- ¿Aún tiene tirón, Agatha Christie, entre los lectores?
A.C.- Poco.Y ello se debe a la evolución del género. Al lector actual le interesa más el entorno o la atmósfera del asesinato que el propio asesinato.
L.C.- Dígame ¿si usted fuera detective dejaría escapar al asesino?
A.C.- ¡No! En fin, deje que lo piense... No, no. Haría lo posible por detenerlo.
L.C.- Vale.
A.C.- De todas formas, la ficción y la realidad suelen ir de la mano. Leyendo las crónicas de sucesos de la prensa diaria se pueden extraer infinidad de temas novelables. Le insisto: la ficción es una interpretación de la realidad.
L.C.- No siempre. En la ficción casi todos los policías son buenos.
A.C.- Y en la realidad también. ¿Que existe el policía corrupto...? Por supuesto. Pero la inmensa mayoría respetan la ley. Por otra parte, el lector de novela negra exige que triunfe el bien.
L.C.- Entonces estamos hablando de una literatura ingenua.

A.C.- No exactamente. Más bien se ajusta a la realidad, porque la policía concluye con éxito el 90% de los casos que investiga. ¿Ingenua, dice usted...? No, no. ¡Qué va! Y no lo es, porque los novelistas se esfuerzan por darnos a conocer los mecanismos morales que fallan en la sociedad. Lo que no hará la novela es dar respuestas, porque el escritor no es, ni debe ser, un moralista.
L.C.- ¿Por qué son treinta, los años de novela negra mallorquina?
A.C.- Primeramente porque a principios de los ochenta estábamos en pleno postfranquismo y la lengua catalana empezaba a ser una lengua de uso normal. Y, luego, porque ya se ha consolidado el modelo social de los años sesenta, con el turismo como motor del cambio, y pueden valorarse sus efectos.
L.C.- ¿Me está diciendo que el escritor de Negra va a remolque de la sociedad?
A.C.- Algo de eso hay. Se dice que la novela policíaca representa un nuevo modelo de realismo social. Aunque yo no lo creo. Hay más matices a tener en cuenta, muchísimos más.
L.C.- ¿Para cuándo, siempre refiriéndonos a Mallorca, la novela negra de entorno rural?
A.C.- Quién sabe. Casi todas son de temática urbana, por las influencias literarias de nuestros escritores. Le he dicho que Palau i Camps tiene mucho de Agatha Christie.Y es cierto. Pero también de Simenon. El inspector
Arbós recuerda a Maigret. Chandler influye en Frontera, en Maria Antònia Oliver, en Antoni Serra...
L.C.- ¿La Negra escandinava ha influido en los escritores más jóvenes?
A.C.- No. Tal vez porque refleja un mundo que no tiene nada en común con el nuestro. Uno de los atractivos básicos de la novela nórdica es la descripción de los paisajes nevados, de las noches larguísimas...
L.C.- ¿Sigue siendo Henning Markell su representante más sólido?
A.C.- Sin duda. Aunque los auténticos creadores de este estilo de novelar son Per Wahlöö y Maj Sjöwal que dieron vida, en los años setenta, a la figura del inspector Martín Beck. Además, fueron los primeros en cuestionar el estado del bienestar del norte de Europa... De hecho, son el referente, no solo de Mankell, sino de Camilla Läckberg, Kjell Eriksson, Asa Larsson...

L.C.- Sobre Wallander y Montalbano, es otro de sus libros.
A.C.- Sí...
L.C.- Y el inspector Wallander y el comisario Montalbano protagonizan las novelas de Henning Mankell y Andrea Camilleri.

Kurt Wallander tiende a la depresión; es solitario, se alimenta mal... Tanto su sistema de vida como el de los que le rodean cuestionan claramente el llamado paraíso sueco...

A.C.- Y el uno refleja la sociedad sueca y el otro, la italiana, lo que es determinante para entender su comportamiento. Kurt Wallander tiende a la depresión; es solitario, se alimenta mal... Tanto su sistema de vida como el de los que le rodean cuestionan claramente el llamado paraíso sueco...
L.C.- ¿Moltalbano es otra cosa...?
A.C.- Por supuesto. Es más alegre, más positivo. Y concede mucha importancia a los aspectos gastronómicos... Aunque esta característica la explotó muy bien Manolo Vázquez Montalbán a través del detective Pepe Carvalho, que era un gourmet excelente. Entre los novelistas de las últimas generaciones, Sebastià Bennàssar también concede mucha importancia a la gastronomía.
L.C.- ¿Les ha sido fácil, a los escritores jóvenes, prescindir de la rubia platino...?
A.C.- Les ha costado, pero tenían que hacerlo si querían reflejar la sociedad del momento. ¿Se imagina, usted, a un detective o comisario acercándose a una rubia que está en la barra de un bar para decirle hola muñeca...? ¡Figúrese...! Igual la rubia le propina dos tortas. En la Negra se ha conseguido equiparar el papel social de la mujer y del hombre.Y esto es positivo. Los novelistas
conectan con la realidad de la calle. Y a veces se ajustan a ella tanto o más que el calcetín al pie. A Mankell le preguntaron por qué el inspector Wallander padecía diabetes.
L.C.- ¿Y qué respondió?
A.C.- Que era una forma de humanizarlo porque la diabetes es la enfermedad más extendida en Europa. Comprende...? El

escritor de Negra ha de buscar estas complicidades con los lectores si quiere tener éxito.
L.C.- ¿Cómo se ha metido, usted, en este berenjenal...?
A.C.- ¿En cuál...?
L.C.- En el de desmenuzar las motivaciones de la Negra.
A.C.- De adolescente fui un lector compulsivo de las novelas de bolsillo de Bruguera, las publicadas en las colecciones Servicio Secreto y Punto Rojo. Eran novelas de temática machista, con mucha acción y fáciles de leer.
L.C.- Nada que ver con sus estudios actuales.
A.C.- ¡Nada! Pero estas lecturas me animaron a hurgar en las librerías en busca de los novelistas de calidad. Y me entusiasmé con Raymond Chandler, tal vez porque, salvando las distancias, las novelitas que le he citado
se ajustan a su forma de hacer.
L.C.-...
A.C.- Frecuentemente me preguntan cuándo escribiré una novela policíaca. Y respondo que ni siquiera me lo he planteado. Pero algún día igual la escribo. ¡Quién sabe...!
L.C.- ¿Los personajes, están condicionados por la ideología del novelista?
A.C.- Seguro que sí, porque los novelistas interpretan la sociedad desde su punto de vista personal. Entre los mallorquines, por ejemplo, se observa una preocupación, casi obsesiva, por la normalización del catalán.
L.C.- No veo a un detective o a un comisario enfrascado en cuestiones lingüísticas.
A.C.- Yo tampoco. Pero los personajes lo tienen claro. Lònia Guiu, la detective de las novelas de Maria Antònia Oliver, se ajusta al modelo lingüístico propuesto por Nadal Batle, ya que ha decidido expresarse únicamente en catalán y en inglés. De todas formas...
L.C.- Dígame...
A.C.- Si hablamos de la influencia ideológica del autor sobre su obra, entre los mallorquines, a parte del tema lingüístico, se observa una gran sensibilidad por las cuestiones urbanísticas y los submundos de la prostitución, de la inmigración ilegal... Estoy pensando, por ejemplo, en L'últim cop que vaig veure n'Aina, de Miquel Vicenç Escandell.
L.C.- El mundo novelístico de Ferran Torrent, tanto el de Societat Limitada como el de Espècies protegides, también se mueve en estos ambientes.
A.C.- Claro. Son mundos que engloban las temáticas de la construcción, de la especulación del terreno, del abuso laboral, de los pelotazos urbanísticos... Para desgracia suya y nuestra, en los asuntos escandalosos y escabrosos en torno al cemento, Valencia y Mallorca vamos de la mano.

Alejandro Casadesús empezó su idilio con la Negra a través de Chandler y el detective Philip Marlowe. Quien firma este artículo, con Simenon y el inspector Maigret. Gracias a Maigret, me aficioné al pastis con agua y mucho hielo, un aperitivo excelente. Y me fascinaba su visión de una burguesía ordenada, de valores sólidos. No iba yo a la moda, porque en los años setenta las preferencias de los lectores se repartían entre Raymond Chandler y Dashiell Hammett. Cada generación tiene  su referente en novela negra. La escandinava ha tenido ahora su gran momento de gloria, sin que ello implique la marginación de la italiana capitaneada por un autor incombustible como es Andrea Camilleri, capaz de bucear en el mundo siciliano como ya lo hiciera Leonardo Sciascia. Los escandinavos han incorporado a sus novelas la descripción paisajística con gran maestría. Henning Mankell y Asa Larsson son los escritores de mayor prestigio. Debería añadírseles Arnaldur Indridason. Por lo del paisaje. Pero las preferencias de Alejandro Casadesús se inclinan por Per Wahlöö (Goteborg, 1926-Estocolmo, 1975) y Maj Sjöwall (Estocolmo, 1935). Buena parte de sus novelas han sido editadas en castellano por RBA. Negra i mallorquina (Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2011), es el segundo libro de temática policiaca de Alejandro Casadesús. Con anterioridad había publicado Sobre Wallander y Montalbano
(Objetos Perdidos, 2010) e infinidad de artículos centrados en diferentes escritores del género.