Según el informe, McQueen, que tenía 40 años cuando fue encontrado muerto en su residencia del West End londinense el pasado 11 de febrero, sufría una enorme presión laboral y estaba «abrumado por el dolor» que le supuso la pérdida de su madre.
El juez instructor del caso, Paul Knapman, escribió en el informe que «el equilibrio mental» de McQueen «había sido trastornado» por todos estos acontecimientos, por lo que el caso se ha archivado bajo el veredicto de «suicidio» por asfixia.
La investigación constató que el creador tenía un historial de depresión, ansiedad e insomnio, y que ya había intentado suicidarse en otras dos ocasiones en mayo y julio de 2009.
El informe toxicológico describe que antes de su muerte McQueen había tomado una cantidad «sustancial» de cocaína y pastillas para dormir y una pequeña dosis de tranquilizantes.
McQueen dejó una nota de suicidio que decía «Cuidar de mis perros, lo siento. Os quiero, Lee», en referencia a los tres caninos que tenía en su apartamento.
Para el psiquiatra que trataba a McQueen, Stephen Pereira, la situación laboral del creador, que no había acudido a sus últimas citas con el facultativo, actuó como «un arma de doble filo».
«El sentía mucha presión por su trabajo porque pensaba que era la única faceta de su vida en la que había alcanzado cierto éxito», sostuvo Pereira acerca de McQueen, que cuando se suicidó estaba ultimando la colección de primavera que iba a presentar en París.
El psiquiatra añadió que antes de un desfile importante McQueen solía «venirse abajo» y que a esta presión se añadió la pérdida de su madre, con quien sentía un fuerte vínculo «que él entendía como una de las pocas motivaciones que tenía para seguir viviendo».
Tras conocerse el informe, la familia del considerado «enfant terrible» de la moda británica ha hecho público un comunicado en el que explica que aún se están sobreponiendo a la pérdida de McQueen «en unas circunstancias tan trágicas».
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