El Passeig del Born se convirtió ayer en el punto de máxima afluencia de la Rueta. El frío no impidió que los más pequeños disfrutaran de su gran fiesta de Carnaval. Al igual que otros años, no hubo desfiles, ni carrozas, ni concursos sobre qué comparsa o disfraz era mejor, sino una corriente de gente que iba y venía, paseando, luciéndose y disfrutando de una gran animación por parte de artistas y grupos musicales.
La calle Unió, Avinguda Jaume III, Plaça Joan Carles I, Passeig del Born, Plaça de la Reina, Plaça del Mercat y Plaça Weyler acogieron el evento que protagonizaron los más pequeños. Coloridos y divertidos disfraces fueron admirados y fotografiados. Grupos de amigos, familiares y compañeros de colegios se reunieron y algunos se vieron sorprendidos al ser compensados por uno de los diez premios que otorgó un jurado. Consistía en menús infantiles en el Hard Rock Café. A la cita no faltó el Drac de Na Coca, ni los Capgrossos de la Sala. Una batucada animaba y calentaba el ambiente a ritmo de tambores.
Diferentes talleres de máscaras, globoflexia o marionetas hicieron las delicias de los más pequeños, mientras otros optaban por participar en la zona de juegos populares.
Hubo quienes repitieron premio, como las chicas del Iphone: Ita, Alba, Carlota, Linita, Sonia y Mónica, madres e hijas que dos meses antes de los Carnavales comienzan a pensar y hacer sus disfraces con los que triunfan. Originales también las pequeñas compañeras y amigas del colegio Montesión y de La Purísima, quienes aparecieron disfrazadas de electrodomésticos.
Los pequeños gemelos Iker y Héctor, junto a su amiguito Oscar, despertaron gran simpatía con sus disfraces de vaquillas y el cochecito de bebé transformado en establo. Quienes despertaron auténtica sensación fueron las divinas Audrey Hepburn, quien al más puro estilo de la protagonista de ‘Desayuno con diamantes' eran lo más fotografiado, aunque el jurado no las premió, pero fue de lo mejorcito de la Rueta.
Otras, como las chicas de la familia García, se convirtieron en simpáticas y divertidas cavernícolas. La familia Albertí se puso el traje de indios. Candi y Candela, madre e hija, optaron por lucir hermosos vestidos de geishas. Prácticamente todos los disfraces eran caseros, realizados por los propios protagonistas.
Los artistas del Circo Bover volvieron a desplegar su buena profesionalidad con actuaciones de malabarismo, acrobacia y mucha animación. Sobre el escenario de la Plaça Joan Carles I, una exultaste Martta Ferrer enamoró al público con sus canciones. El original escenario móvil, Rockolleando, instalado en pleno Jaume III, fue otro de los puntos que más público congregó para bailar y pasarlo en grande con los pequeños protagonistas.
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