Y es que el mensaje que se transmite desde Moscú es muy distinto al que llega a Occidente: «Dicen que Ucrania básicamente es Rusia y que están ahí para liberar a su gente y que había que salvarles», ha detallado Olga. Masha, por su parte, ha señalado que este discurso se repite desde antes del inicio de la guerra: «Empezaron a hablar de lo de los nazis antes de la invasión. A mí me detuvieron y me metieron en la cárcel acusándome de propaganda nazi dos veces. La primera en diciembre y la segunda en febrero. En la segunda detención, en aislamiento, me enteré de que acababa de empezar la guerra».
Las activistas, además, han desvelado los engaños de Putin a la población: «Un ejemplo son unas imágenes en las que se ve a Putin hablando ante un montón de gente que está ondeando banderas rusas. Justo después de ese discurso se ven en la basura todas esas banderas. Eso significa que llevaron a toda esa gente en autobús y les habían pagado para estar allí en ese mitin». Respecto a la actitud de Occidente con Rusia, para Pussy Riot las sanciones tendrían que ser más duras: «Hay que dejar de patrocinar el asesinato y la opresión. Embargar el gas y el petróleo ruso sería lo más importante».
También ha valorado positivamente que se embarguen las propiedades de los oligarcas rusos, aunque consideran que se debería haber hecho mucho antes: «Esos bienes se tendrían que vender y dar el dinero a lo refugiados ucranianos para que puedan construir lo que les están destruyendo». Además, han pedido que no se olvide todo lo que está ocurriendo: «Que todas estas cosas terribles que están cometiendo él y las fuerzas armadas rusas se olviden, eso sería una pesadilla. Los ucranianos están luchando por sus vidas y es una guerra que hay que parar. Es responsabilidad de todos, a nivel internacional, pararle».
Por último, han denunciado las dificultades de formar parte del colectivo gay en Rusia. «Te pueden matar, es absolutamente ilegal expresarte abiertamente como homosexual. Es un país muy impredecible, por lo tanto, te pude pasar casi cualquier cosa». Eso sí, ambas intentan superar sus miedos para poder continuar con su lucha: «El miedo es mucho más peligroso que ninguna cárcel en la que te pueda meter Putin, pues te quedas bloqueada dentro de ese miedo y no eres capaz de hacer nada. Siempre es interesante atravesarlo, aunque lo sientas».
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